jueves, 29 de agosto de 2013

Breves acotaciones para una biografía - Ángel González

Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo,
pero luego no digas que no sabes lo que haces.


Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.

Ángel González

viernes, 16 de agosto de 2013

Cuando medita en su desgana suntuosa...- Félix Grande

Cuando medita en su desgana suntuosa,
en su corteza sideral de cansancio,
en su sueldo de hastío y de temor;

cuando medita en esa cerradura
enmohecida de miseria y de espanto,
cuando se enciende en él esa rara bombilla
con que alumbra la casa de la vida
y ve en ella un cubil bárbaramente amenazado
y ojeroso de historia imperfecta,
de desamor y de coágulos,
de aborto de generaciones y de ecuménica ruina;

entonces,
apasionadamente quiere no recordar,
perpetrar actos orientados hacia el desnacimiento,
fugarse desde el miedo hacia el olvido,
apuñalar su olvido hasta que sangre olvido;

y entonces
se enrosca a un cuerpo de mujer
y convierte en un gesto turbulento y suicida
lo que mantiene al mundo
y busca en la matriz no un siempre venturoso
sino un jamás enérgico,
no un hijo sino una caverna de descanso,
no un porvenir ilusionado
sino el umbrío rincón para la fiera herida;

y entonces,
mientras su hembra se le aleja
de saciedad o humillación,
él piensa que esa brasa sensual
resulte ser acaso lo anciano de la idea,
y comprende en silencio que se inunda en la carne
igual que el torturado se refugia en su ay tumultuoso.


Félix Grande

Cumpleaños - Ángel González

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.


 Ángel González

martes, 6 de agosto de 2013

Casida de la alta madrugada - Félix Grande

Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir
y te levantes medio desnuda
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia

en algún lugar de la Tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos y escribiendo
estos versos degenerados.


Félix Grande

Este largo cansancio - Gabriela Mistral

Este largo cansancio se hará mayor un día
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
arrastrando su masa por la rosada vía
por donde van los hombres, contentos de vivir...

Sentirás que a tu lado cavan briosamente,
que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente...
¡y después hablaremos por una eternidad!

Sólo entonces sabrás el por qué, no madura
para las hondas huesas tu carne todavía,
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.
Se hará luz en la zona de los sinos, oscura:
sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
y, roto el pacto enorme, tenías que morir...


Gabriela Mistral

¿Cómo seré... - Ángel González

¿Cómo seré o
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.

Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.


 Ángel González

viernes, 2 de agosto de 2013

Carta - Félix Grande

Mi amada
estará pensando en mí:
¡la una de la madrugada!

¿El amor empieza así,
cada uno solo en su lecho,
sin dormir,
y deseando recibir
otro balazo en el pecho?

El camino
clandestino
con rumor de sabia nueva
y tierra sin pisar, ¿ lleva
a buen fin, a buen destino?
¿O es otra vez el ciclón
que empieza con un suspiro
y que acabará de un tiro
partiéndome el corazón?

No lo sé.
Me temo quo lo sabré
cuando estén llenos de azufre
los silos de la memoria:
¿Sólo comprende el que sufre?
¿Sólo el dolor tiene historia?
¿O quizás, y todavía,
será posible inventar
la historia de la alegría?

¡Preguntar y preguntar,
desvelado,
con azufre en el pasado
y fracturas y despojos
en donde ponga los ojos!

Sin embargo, ¡ah, sin embargo,
don Antonio!,
por entre un saber amargo
aguardo como un demonio
que una mujer, desvelada
por un secreto y un hombre,

ponga mi nombre en su almohada
y al fin se duerma dichosa
con una mano olvidada
orilla a su oscura rosa.

¿No escarmienta la ilusión?
¡La una de la madrugada
y el tictac del corazón
avanzado, sin dormir
y afanoso,
por el tiempo misterioso
que aún falta para morir!


Félix Grande

La flor del aire - Gabriela Mistral

Yo la encontré por mi destino,
de pie a mitad de la pradera,
gobernadora del que pase,
del que le hable y que la vea.

Y ella me dijo: "Sube al monte.
Yo nunca dejo la pradera,
y me cortas las flores blancas
como nieves, duras y tiernas."

Me subí a la ácida montaña,
busqué las flores donde albean,
entre las rocas existiendo
medio dormidas y despiertas.

Cuando bajé, con carga mía,
la hallé a mitad de la pradera,
y fui cubriéndola frenética,
con un torrente de azucenas.

Y sin mirarse la blancura,
ella me dijo: "Tú acarrea
ahora sólo flores rojas.
Yo no puedo pasar la pradera."

Trepe las penas con el venado,
y busqué flores de demencia,
las que rojean y parecen
que de rojez vivan y mueran.


Gabriela Mistral

Canción de amiga - Ángel González

Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.

Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.

Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.

No recuerdo un invierno tan frío como éste.


 Ángel González