sábado, 29 de noviembre de 2014

Abrázame como solo tú - Poema de Kepa Murua

Abrázame como solo tú
sabes hacerlo.
Debería decir algo más:
abrázame
como solo tú puedes hacerlo.
Pero esta vez
no lo hagas
como una ola enorme
que explota muy rápido
y no llega a la orilla.
Hazlo despacio:
como cubre
una vieja manta
el sueño más raído
pero a la par eterno.
Como una dulce canción
que se confunde
con una ligera melodía
que duerme
con la cabeza a un lado.
Como un cuerpo desnudo
pegado a otro
que siente la realidad
mucho más cerca que lejos.
Como unas iniciales
que se graban en la corteza
de los deseos a cada paso.
Si dijera que es el amor
no mentiría.
Si dijera que es tu nombre
diría algo más certero:
como solo tú
puedes hacerlo
porque me quieres
y yo te quiero.


Kepa Murua

viernes, 28 de noviembre de 2014

LA ROSA AZUL - Poema de Juan Ramón Jiménez

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Se me torna celeste la mano, me contagio de otra poesía
Y las rosas de olor, que pongo como ella las ponía, exaltan su color;
y los bellos cojines, que pongo como ella los ponía, florecen sus jardines;
Y si pongo mi mano -como ella la ponía- en el negro piano,
surge como en un piano muy lejano, mas honda la diaria melodía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
me inclino a los cristales del balcón, con un gesto de ella
y parece que el pobre corazón no está solo.
Miro al jardín de la tarde, como ella,
y el suspiro y la estrella se funden en romántica armonía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Dolorido y con flores, voy, como un héroe de poesía mía.
Por los desiertos corredores que despertaba ella con su blanco paso,
y mis pies son de raso -¡oh! Ausencia hueca y fría!-
y mis pisadas dejan resplandores.


Juan Ramón Jiménez

martes, 25 de noviembre de 2014

Delirio del incrédulo - Poema de Maria Zambrano

Bajo la flor, la rama;
sobre la flor, la estrella;
bajo la estrella, el viento.
¿Y más allá?
Más allá, ¿no recuerdas?, sólo la nada.
La nada, óyelo bien, mi alma:
duérmete, aduérmete en la nada.
[Si pudiera, pero hundirme... ]
Ceniza de aquel fuego, oquedad,
agua espesa y amarga:
el llanto hecho sudor;
la sangre que, en su huida, se lleva la palabra.
Y la carga vacía de un corazón sin marcha.
¿De verdad es que no hay nada? Hay la nada.
Y que no lo recuerdes. [Era tu gloria.]
Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha
en el soplo de tu aliento.
Mira en tu pupila misma dentro,
en ese fuego que te abrasa, luz y agua.
Más no puedo.
Ojos y oídos son ventanas.
Perdido entre mí mismo, no puedo buscar nada;
no llego hasta la nada.


María Zambrano

lunes, 24 de noviembre de 2014

Soneto del vino - Poemas de Jorge Luis Borges

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto

otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.


Poemas de Jorge Luis Borges 

viernes, 14 de noviembre de 2014

Bajo el balcón - Poema de Oscar Wilde

¡Oh, hermosa estrella de boca roja!
¡Oh luna de ceño dorado!
¡Elévense, elévense desde el sur oloroso!
Y alúmbrenle a mi amor su camino
Para que sus pequeños pies no se pierdan
¡En la colina ventosa y en el llano!
¡Oh, hermosa estrella de la boca roja!
¡Oh luna de ceño dorado!


¡Oh barco que te agitas en el mar desolado!
¡Oh barco de blancas y empapadas velas!
¡Recala, recala para mí en el puerto!
¡Porque mi amada y yo debemos ir
A la tierra donde florecen los narcisos
En el corazón de un valle de violetas!
¡Oh barco que te agitas en el mar desolado!
¡Oh barco de blancas y empapadas velas!
¡Oh extasiado pájaro de notas susurrantes!
¡Oh pájaro que te posas sobre el rocío!
Canta, canta con tu suave garganta morena
Y mi amada en su pequeño lecho
Te oirá y alzará su cabeza
De la almohada ¡y vendrá a buscarte!
¡Oh extasiado pájaro de notas susurrantes!
¡Oh pájaro que te posas sobre el rocío!

¡Oh capullo que cuelgas en el aire trémulo
¡Oh capullo de labios nevados!
¡Cae, cae para que mi amada te tome!
Morirás en su cabeza como una corona.
Morirás en un pliegue de su vestido.
¡A su pequeño corazón alegre irás!
¡Oh capullo que cuelgas en el aire trémulo!
¡Oh capullo de labios nevados!

Oscar Wilde
 

jueves, 13 de noviembre de 2014

Puerta que al abrirse muestra una playa - Poema de Rubén Tejerina

No te he abandonado,
mis cosas no te hablaran del nunca
pero es que había en ese silencio mucho ruido
y las avispas que te daban miedo
parecía que habían hecho nido en mis ojos
estaba muy deshilachado ya
para sostenerte...

Ahora, silente,
cautivo adrede en otro orden
como en una casa dónde he prohibido tu perfume
dónde no voy llenando los rincones de promesas
estoy buscándome nuevo en otro azul.

Estoy sin estar
sé que es algo raro y tú no lo sabes
pero, a veces, te cobijo...
te pienso
y el día acaba pareciéndose a ti...

No te he abandonado...
Tal vez volverán los momentos del vino
de películas turcas y boleros
donde entonces tú no protagonices el estribillo.
De colocar de nuevo las ventanas...
Pero tenía despeinada la vida
busqué la sed que calma el agua
algo semejante los dedos protectores tras el raso...
Y estas palabras de fogueo corroboran, hablan,
mienten sólo en la mitad de su imagen
cuando te dicen que sigo estando.

Borra mis huellas anteriores, bórralas
menos el deseo a todo lo tuyo...
Imagíname intacto y desconocido
como el destino deseado que sólo conoces por postales...

Me fui porque te parecía triste la música si yo la cantaba
estas alegrías sonaban por quebrantos...
Me fui porque tus brazos compartían el vuelo con las aves
que huyen de las estaciones del frío...
Me fui porque iba tanto a buscarte
que me cruzaba de vuelta conmigo
y se me iban enredando las ganas en el desconsuelo...
Me fui porque estas manos ya querían saberte de memoria...

No te he abandonado,
sólo me he ido leve
el tiempo de un contraluz,
un ensayo,
un desvelo,
lo que tarda en derretirse el alma de una vela...

Me fui porque esta esperanza era un asiento vacío
en un carruaje de plomo
con un caballo de piedra
sobre un puente de cerillas.

No te he abandonado...
Y créeme si te digo que estoy cerca,
justo en la distancia de los pasos
que me protejan de intentar quererte de nuevo...
Y créeme si te digo que estoy lejos,
pero justo en la distancia de los pasos
que me permitan volver a tu lado si te hiere la vida...

Rubén Tejerina

miércoles, 12 de noviembre de 2014

JUVENTUD – Poema de Vicente Aleixandre

Estancia soleada:
¿Adónde vas, mirada?
A estas paredes blancas,
clausura de esperanza.

Paredes, techo, suelo:
gajo prieto de tiempo.
Cerrado en él, mi cuerpo.
Mi cuerpo, vida, esbelto.

Se le caerán un día
límites. ¡Qué divina
desnudez! Peregrina
luz. ¡Alegría, alegría!

Pero estarán cerrados
los ojos. Derribados
paredones. Al raso,
luceros clausurados.

Vicente Aleixandre

lunes, 10 de noviembre de 2014

Noviembre - Poema de Federico García Lorca

Todos los ojos
estaban abiertos
frente a la soledad
despintada por el llanto.

Tin
tan,
tin
tan.

Los verdes cipreses
guardaban su alma
arrugada por el viento,
y las palabras como guadañas
segaban almas de flores.

Tin
tan,
tin
tan.

El cielo estaba marchito.
¡Oh tarde cautiva por las nubes,
esfinge sin ojos!
Obeliscos y chimeneas
hacían pompas de jabón.

Tin
tan,
tin
tan.

Los ritmos se curvaban
y se curvaba el aire,
guerreros de niebla
hacían de los árboles
catapultas.

Tin
tan,
tin
tan.

¡Oh tarde,
tarde de mi otro beso!
Tema lejano de mi sombra,
¡sin rayo de oro!
Cascabel vacío.
Tarde desmoronada
sobre piras de silencio.

Tin
tan,
tin
tan.


Federico García Lorca

sábado, 8 de noviembre de 2014

Tres poemas de Pablo González de Langarika

Ante ti se muestran hoy los límites
(la niebla oculta horizontes conocidos
y la música sospecha otras edades)


En la partida de la melancolía
cobras en piezas reclamos del pasado:
contemplas rostros de mujeres
difuminados por la inercia de los años..
Pasas las páginas, escoges las palabras,
sabes de sobra que la lluvía
indagará en el  polvo de las rutas aún posibles,
cederá humedades que la luz no necesita
para oficiar los ritos de tu corazón.


                        oOo

No formas parte del reino de los hombres,
de su dominio absurdo.
Abstraído de la luz,
en la crecida de las sombras,
cumples edades que no tienen reflejo
en el manejo de los calendarios.
                        oOo

Soñamos con la luz, pero la luz es ciega;
si estimamos su reino es por la sombra
que mana firme en el silencio.
Si pienso en ti desde la luz, la pena arrecia,
sólo en la sombra
el corazón es una máquina perfecta.


Pablo González de Langarika