lunes, 28 de marzo de 2016

Para la Libertad - Poema de Miguel Hernández -

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.

Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.

Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.

Porque soy como el árbol talado, que retoño:
aún tengo la vida,  aún tengo la vida.

Miguel Hernández

viernes, 18 de marzo de 2016

EN TU BOCA MI TEMPERATURA - Poema de Juan Carlos García Hoyuelos

¿Quién sentando cátedra me dijo
que por los diáfanos pasillos
donde peregrina la lluvia
se desprende el libido
de un furtivo río?

¿Quién simuló darme su primer beso
y, tiempo después,
continúa guardándolo
en la frontera imaginaria
que divide la noche
del neófito bostezo del alba?

Contéstame, ¿quién eres?;
¿quizás el cóctel
cuya mezcla no se delata
en unos exiguos sorbos?,
¿o tal vez aquella canción,
obstinada y voraz,
que de tanto repetirse
cayó en el olvido
su melodioso estribillo?

¿Quién?, porque si eres tú
esa carta marcada que no me atreví
a poner sobre la mesa,
el piélago de mis puntos suspensivos,
la letanía de mi vello,
porque si eres tú…
¿a qué esperas a tomar
en tu boca mi temperatura?

Juan Carlos García Hoyuelos



miércoles, 16 de marzo de 2016

¿Para cuándo? – Poema Muhammad Aziz al-Hababi

La noche
nos sigue.

Noche sin fin,
tinieblas del hambre,
tinieblas sin luna
que alucina nuestros pálidos rostros.

Gritos de blasfemia
horadan la blindada faz del cielo sin eco.

Gritos salvajes.

Gritos de rabia
que la miseria arranca
de nuestras gargantas en llamas.
¿Para cuándo
las espigas de nuestra tierra
y la dulzura de nuestro cielo?

¿Para cuándo
el sol en el corazón?

¿Veremos un día,
el día,
como todo el mundo?

Todo el mundo busca la paz.

Nosotros preferimos estar en querella
con la muerte
que nos siega
sin consideraciones
ni piedad
por teorías
infinitas,
todos los días
sin tregua.


Muhammad Aziz al-Hababi

martes, 15 de marzo de 2016

Para la Libertad - Poema de Miguel Hernández

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.

Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.

Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.

Porque soy como el árbol talado, que retoño:
aún tengo la vida,  aún tengo la vida.


Miguel Hernández

lunes, 14 de marzo de 2016

La Cárcel – Poema de Gabriel Celaya

Nací  en la cárcel, hijos. Soy un preso de siempre.
Mi padre ya fue un preso. Y el padre de mi padre.
Y mi madre alumbraba, uno tras otro, presos,
Como una perra perros. Es la ley, según dicen.
Un día me vi libre. Con mis ojos anclados
En el mágico asombro de las cosas cercanas,
No veía los muros ni las largas cadenas
Que a través de los siglos me alcanzaban la carne.
Mis pies iban ligeros. Pisaban hierba verde.
Y era un tonto y reía
Porque en los duros bancos de la escuela
Podía pellizcar a los vecinos,
Jugar a cara o cruz y cazar moscas
Mientras cuatro por siete eran veintiocho
Y era Madrid la capital de España
Y Cristo vino al mundo por salvarnos.
Sí, entonces me vi libre. Las manos  me crecían
Inocentes y tiernas como pan recién hecho
Pues no sabían nada del hierro y la madera
Soldados a sus palmas cuando el sudor profuso
Igual que un vino aguado
Apenas nos ablanda la fatiga.
Hoy los muros me crecen más altos que la frente,
Más altos que el deseo, más altos que el empuje
Del corazón. Arrastro
Unas secas raíces que me enredan las piernas
Cuando voy, como un péndulo de trayecto inmutable,
Desde el sueño al cansancio, del cansancio hasta el sueño.
Soy un preso de siempre para siempre. Es el orden.

Gabriel Celaya


domingo, 13 de marzo de 2016

A la Niña Esclava - Poema de Francisco Sandalio Rey

Yo quiero ser sincero conmigo.
Lloraban sus ojos verdes
ríos de lágrimas, a mares lloraban.
Lloraban sus negras penas.
Lloraba la niña esclava.
Yo quiero ser sincero contigo.
La pequeña lloraba acurrucada,
Lágrimas verdes, color esperanza.
Lloraba su cuerpo entero.
Lloraba la niña esclava.
Yo también quiero llorar contigo.
Lloraban sus manos negras,
Lloraban sus heridas amargas,
Lágrimas rojas, color justicia.
Lloraba la niña esclava.
Amigo, ¿quieres ser sincero contigo?
Lloraban sus manos rojas,
Lloraban en tu corazón de piedra.
Lloraban sus ojos verdes,
Dios quiera que no se pierda.
Gota a gota en tu corazón lloraba.
Lloraba en tu corazón sincero.
Lloraba sobre piedra que se partía.
Lloraba en tu corazón amigo.
Lloraba y daba vida mientras moría.

Francisco Sandalio Rey

martes, 8 de marzo de 2016

Delirio del incrédulo - Maria Zambrano

Bajo la flor, la rama
sobre la flor, la estrella
bajo la estrella, el viento;
¿Y más allá?
Más allá ¿no recuerdas?, sólo la nada
la nada, óyelo bien, mi alma,
duérmete, aduérmete en la nada.
Si pudiera, pero hundirme.

Bajo la flor, la rama...

Ceniza de aquel fuego, oquedad, agua espesa
y amarga, el llanto hecho sudor
la sangre que en su huida se lleva la palabra
y la carga vacía de un corazón sin marcha.

Bajo la flor, la rama...

De verdad ¿es que no hay nada?
Hay la nada.
La nada, óyelo bien, mi alma.
duérmete, aduérmete en la nada.
Y que no lo recuerdes. Era tu gloria.

Bajo la flor, la rama...

Más allá del recuerdo, en el olvido,
escucha en el soplo de tu aliento.
Mira en tu pupila misma dentro
en ese fuego que te abrasa, luz y agua.

Bajo la flor, la rama...

Mas no puedo, no puedo.
Ojos y oídos son ventanas.
Perdido entre mí mismo
no puedo buscar nada
no llego hasta la Nada.

Bajo la flor, la rama
sobre la flor, la estrella
bajo la estrella, el viento
¿Y más allá?
Más allá ¿no recuerdas?,
sólo la nada.

María Zambrano

lunes, 7 de marzo de 2016

Si alguien llama a tu puerta - Poema Gabriel García Márquez - Aniversario de su nacimiento 6/3/27

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en tu tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida de armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa desangra el día

Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía

Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.

Gabriel García Márquez 

viernes, 4 de marzo de 2016

El regreso - Poema de Gabriela Mistral

Desnudos volveremos a nuestro Dueño,
manchados como el cordero
de matorrales, gredas, caminos,
y desnudos volveremos al abra
cuya luz nos muestra desnudos:
y la Patria del arribo
nos mira fija y asombrada.

Pero nunca fuimos soltados
del coro de las Potencias
y de las Dominaciones,
y nombre nunca tuvimos
pues los nombres son del Único.

Soñamos madres y hermanos,
rueda de noches y días
y jamás abandonamos
aquel día sin soslayo.

Creímos cantar, rendirnos
y después seguir el canto;
pero tan sólo ha existido
este himno sin relajo.

Y nunca fuimos soldados
ni maestros ni aprendices,
pues vagamente supimos
que jugábamos al tiempo
siendo hijos de lo Eterno.

Y nunca esta Patria dejamos,
y lo demás, sueños han sido,
juegos de niños en patio inmenso:
fiestas, luchas, amores, lutos.

Y la muerte fue mentira
que la boca silabeaba;
muertes en lechos o caminos,
en los mares o en las costas;
pequeñas muertes en que cerrábamos
ojos que nunca se cerraron.

Dormidos hicimos rutas
y a ninguna parte arribábamos,
y al Ángel Guardián rendimos
con partidas y regresos.

Y los Ángeles reían
nuestros dolores y nuestras dichas
y nuestras búsquedas y hallazgos
y nuestros pobres duelos y triunfos.

Caíamos y levantábamos,
cocida la cara de llanto,
y lo reído y lo llorado,
y las rutas y los senderos,
y las partidas y los regresos,
las hacían con nosotros,
el costado en el costado.

Mandaban y obedecíamos
con rostro iracundo o dichoso
y el arribo no llegaba
y unas dichas casquivanas
si asomaban, no descendían.

Y los oficios jadeados
nunca, nunca los aprendíamos:
el cantar, cuando era el canto,
en la garganta roto nacía.

Y sólo en el sueño profundo
como en piedra santa dormíamos
y algo soñábamos que entendíamos
para olvidarlo al otro día...
y recitábamos Padrenuestros
a los Ángeles que sonreían.

De la jornada a la jornada
jugando a la huerta, a ronda, o canto,
al oficio sin Maestro,
a la marcha sin camino,
y a los nombres sin las cosas
y a la partida sin el arribo
fuimos niños, fuimos niños,
inconstantes y desvariados.

Y baldíos regresamos,
¡tan rendidos y sin logro!
balbuceando nombres de "patrias"
a las que nunca arribamos.
Y nos llamaban forasteros
¡y nunca hijos, y nunca hijas!

Gabriela Mistral

miércoles, 2 de marzo de 2016

Llueve en silencio, que esta lluvia es muda... - Poema de Fernando Pessoa

 Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego. El cielo duerme.
Cuando el alma es viuda de algo que ignora, el sentimiento es ciego.

Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar (no parece de nubes) que parece que no es lluvia, mas sólo un susurrar que a sí mismo se olvida cuando crece.

Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.

Llueve lejana e indistintamente, como una cosa cierta que nos mienta, como un deseo grande que nos miente.

Llueve. Nada en mí siente...


Fernando Pessoa