lunes, 24 de octubre de 2016

SAUCE - Poema de Cesar Vallejo

Lirismo de invierno, rumor de crespones,
cuando ya se acerca la pronta partida;
agoreras voces de tristes canciones
que en la tarde rezan una despedida.

Visión del entierro de mis ilusiones
en la propia tumba de mortal herida.
Caridad verónica de ignotas regiones,
donde a precio de éter se pierde la vida.

Cerca de la aurora partiré llorando;
y mientras mis años se vayan curvando,
curvará guadañas mi ruta veloz.

Y ante fríos óleos de luna muriente,
con timbres de aceros en tierra indolente,
cavarán los perros, aullando, ¡un adiós!

Cesar Vallejo

jueves, 13 de octubre de 2016

Blues hablados de la tercera guerra mundial - Bob Dylan - Premio Nobel de Literatura 2016 -

Hace tiempo tuve un sueño desconcertante 
Soñé que me había metido en la Tercera Guerra Mundial. 
Al mismísimo día siguiente fui a ver al médico 
Para ver qué me podía decir. 
Me dijo que había sido un mal sueño. 
De todas formas yo no estaba preocupado en absoluto. 
Eran mis propios sueños y sólo existían en mi cabeza. 

Dije yo: «Un momento nada más, doctor, me ha pasado una guerra mundial por la cabeza»
Dijo él: «Enfermera, coja su libreta; este chico está demente»
Me cogió por el brazo. Yo dije ¡ay! 
Según aterrizaba en el diván del siquiatra. 
Me dijo: «Cuéntamelo todo».

Bueno, pues todo empezó a las tres en punto de la madrugada, 
Y al dar y cuarto ya había terminado. 
Yo estaba en una alcantarilla con alguna amiguita, 
Cuando decidí echar un vistazo por una tapadera 
Para ver quién podía haber encendido las luces. 
Me levanté a dar una vuelta 
Y recorrí la ciudad vacía, 
Me pregunté dónde podría ir, 
Encendí un cigarrillo en un parquímetro 
Y seguí carretera abajo. 
Era un día normal. 

Toqué el timbre de un refugio contra la lluvia radiactiva, 
Asomé la cabeza y pegué un grito, 
«Dadme una judía verde, soy un hombre hambriento». 
Una escopeta disparó y yo salí huyendo. 
No les culpo demasiado de todas formas, 
El no me conocía. 

En la esquina de abajo, junto a un puesto de perritos calientes, 
Vi a un hombre, le dije: «Hola, tú, amigo», 
Y supongo que algo de aquello debía haber, 
Gritó sólo un poquito y salió escapado. 
Pensó que yo era un comunista. 

Localicé a una moza y antes de que se pudiera ir, 
Le dije: «Juguemos a Adán y Eva»
La cogí de la mano y tuve un ataque de palpitaciones, 
Pero ella me dijo: «Sí, hombre, ¿estás loco o qué?»
«¿No has visto lo que pasó la última vez que empezaron?»

Vi la ventana de tu Cadillac allá en la ciudad. 
No había nadie por allí. 
Me senté al volante 
Y tiré por la calle cuarenta y dos abajo 
En mi Cadillac. 
Buen coche ése para conducir después de una guerra. 

Bueno, pues como recordaba haber visto algún anuncio, 
Puse la emisora de emergencia 
Pero no había pagado la factura, 
Y aquello no funcionaba ni medio bien. 
Puse en marcha mi tocadiscos, 
Era Rock A Day y Johnny cantaba, 
«Dile a tu Pa, dile a tu Ma, 
Que nuestros amores van en aumento, Ooh-wah, Doh-wah .»

Me sentí así como solitario y triste, 
Necesitaba hablar con alguien, 
Así que llamé al reloj de la Telefónica 
Aunque sólo fuera por oír a alguien. 
«Al oír la tercera señal 
Serán las tres en punto».
Lo estuvo diciendo durante más de una hora 
Y luego colgué. 

Bueno, pues el doctor me interrumpió como por aquí 
Diciendo: «¡Eh! Yo también he estado soñando eso mismo últimamente» 
«Pero mi sueño era algo distinto, verás 
Yo soñaba que el único que quedaba después de la guerra era yo, 
Y no te veía por allí». 

El tiempo pasó y ahora parece 
Que todo el mundo sueña lo mismo. 
Todos se ven paseando por ahí y no ven a nadie más. 
La mitad de la gente puede estar a medias en lo cierto continuamente 
Unos cuantos pueden estar en lo cierto alguna vez, 
Pero nadie puede estar en lo cierto todo el tiempo. 
Me parece que esto lo dijo Abraham Lincoln. 
Os dejaré aparecer en mis sueños si me dejáis que aparezca en los vuestros. 
Esto lo he dicho yo.

Bod Dylan 

miércoles, 12 de octubre de 2016

Mi Salamanca - Miguel de Unamuno

Alto soto de torres que al ponerse
tras las encinas que el celaje esmaltan
dora a los rayos de su lumbre el padre
Sol de Castilla;
bosque de piedras que arrancó la historia
a las entrañas de la tierra madre,
remanso de quietud, yo te bendigo,
¡mi Salamanca!

Miras a un lado, allende el Tormes lento,
de las encinas el follaje pardo
cual el follaje de tu piedra, inmoble,
denso y perenne.

Y de otro lado, por la calva Armuña,
ondea el trigo, cual tu piedra, de oro,
y entre los surcos al morir la tarde
duerme el sosiego.

Duerme el sosiego, la esperanza duerme
de otras cosechas y otras dulces tardes,
las horas al correr sobre la tierra
dejan su rastro.

Al pie de tus sillares, Salamanca,
de las cosechas del pensar tranquilo
que año tras año maduró en tus aulas,
duerme el recuerdo.

Duerme el recuerdo, la esperanza duerme
y es tranquilo curso de tu vida
como el crecer de las encinas, lento,
lento y seguro.

De entre tus piedras seculares, tumba
de remembranzas del ayer glorioso,
de entre tus piedras recojió mi espíritu
fe, paz y fuerza.

En este patio que se cierra al mundo
y con ruinosa crestería borda
limpio celaje, al pie de la fachada
que de plateros

ostenta filigranas en la piedra,
en este austero patio, cuando cede
el vocerío estudiantil, susurra
voz de recuerdos.

En silencio fray Luis quédase solo
meditando de Job los infortunios,
o paladeando en oración los dulces
nombres de Cristo.

Nombres de paz y amor con que en la lucha
buscó conforte, y arrogante luego
a la brega volvióse amor cantando,
paz y reposo.

La apacibilidad de tu vivienda
gustó, andariego soñador, Cervantes,
la voluntad le enhechizaste y quiso
volver a verte.

Volver a verte en el reposo quieta,
soñar contigo el sueño de la vida,
soñar la vida que perdura siempre
sin morir nunca.

Sueño de no morir es el que infundes
a los que beben de tu dulce calma,
sueño de no morir ese que dicen
culto a la muerte.

En mi florezcan cual en ti, robustas,
en flor perduradora las entrañas
y en ellas talle con seguro toque
visión del pueblo.

Levántense cual torres clamorosas
mis pensamientos en robusta fábrica
y asiéntese en mi patria para siempre
la mi Quimera.

Pedernoso cual tú sea mi nombre
de los tiempos la roña resistiendo,
y por encima al tráfago del mundo
resuene limpio.

Pregona eternidad tu alma de piedra
y amor de vida en tu regazo arraiga,
amor de vida eterna, y a su sombra
amor de amores.

En tus callejas que del sol nos guardan
y son cual surcos de tu campo urbano,
en tus callejas duermen los amores
más fugitivos.

Amores que nacieron como nace
en los trigales amapola ardiente
para morir antes de la hoz, dejando
fruto de sueño.

El dejo amargo del Digesto hastioso
junto a las rejas se enjugaron muchos,
volviendo luego, corazón alegre,
a nuevo estudio.

De doctos labios recibieron ciencia
mas de otros labios palpitantes, frescos,
bebieron del Amor, fuente sin fondo,
sabiduría. 

Luego en las tristes aulas del Estudio,
frías y oscuras, en sus duros bancos,
aquietaron sus pechos encendidos
en sed de vida.

Como en los troncos vivos de los árboles
de las aulas así en los muertos troncos
grabó el Amor por manos juveniles
su eterna empresa.

Sentencias no hallaréis del Triboniano,
del Peripato no veréis doctrina,
ni aforismos de Hipócrates sutiles,
jugo de libros.

Allí Teresa, Soledad, Mercedes,
Carmen, Olalla, Concha, Bianca o Pura,
nombres que fueron miel para los labios,
brasa en el pecho.

Así bajo los ojos la divisa del amor,
redentora del estudio,
y cuando el maestro calla, aquellos bancos
dicen amores.

Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro
aprendieron a amar los estudiantes
mientras los campos que te ciñen daban
jugosos frutos.

Del corazón en las honduras guardo
tu alma robusta; cuando yo me muera
guarda, dorada Salamanca mía,
tú mi recuerdo.

Y cuando el sol al acostarse encienda
el oro secular que te recama,
con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
di tú que he sido.

Miguel de Unamuno


lunes, 10 de octubre de 2016

Si yo pudiera morder la tierra toda - Fernando Pessoa

Si yo pudiera morder la tierra toda
y sentirle el sabor sería más feliz por un momento…

Pero no siempre quiero ser feliz
es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural…

No todo es días de sol
y la lluvia cuando falta mucho, se pide.

Por eso tomo la infelicidad con la felicidad.

Naturalmente como quien no se extraña
con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas…

Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la
infelicidad.

Sentir como quien mira. Pensar como quien anda,
y cuando se ha de morir,

Recordar que el día muere y que el poniente
es bello y es bella la noche que queda.

Así es y así sea.

Fernando Pessoa