martes, 21 de marzo de 2023

VERSOS - Juan Carlos García Hoyuelos



 21 de marzo de 2023

DÍA INTERNACIONAL DE LA POESÍA


VERSOS **


Vuelvo a escribir, aconsejado

por la inerte forma

de  mi sombra.

Con una aspiración empiezo:

no quiero ser poeta, quiero ser un verso.

De Bécquer, una golondrina sin regreso,

o un río susurrando a los amantes,

el Duero, de Gerardo Diego.

Un soneto, una metáfora, el amor

humillado y aun así enamorado,

lo prefiero, a saborear atardeceres

nublados por nimbos de tedio.


Invento rítmicas ondas

expandiéndose en las frases,

compendio de sentimientos

a lo ancho de una vida,

la mía,  diré, aunque de ella

no soy dueño, sólo

su sonoro instrumento.

Me iré y vosotros, resguardados

en los estrechos renglones,

permaneceréis lozanos, quizá abolidos

por el oscuro olvido,

e indiferentes, eso sí, no tengo

la menor duda, a mi horizontal cuerpo.


Soy un puerto para la poesía,

prólogo  reflexivo, idéntico epílogo

pero con distinta rima.

Todo, menos un verso.

Qué énfasis pongo, qué dureza

descargo, al reafirmarme de lo dicho,

en los luxados acentos. 


Gárgolas blancas, desnudas

aguardáis mis pensamientos.

Os contaré algunos, otros omitiré,

aquellos que me embriagaron

de penuria y desamparo,

aquellos hundidos en el dolo,

aquellos, ¿para qué?.


Y si no puedo daros rima, 

raíles que os conduzcan

a un destino, la libertad

os concedo, gloria en el silencio.

Sois afortunados,  vais donde

la inexistencia finge espacio.

¡Escapad!, ¡rápido!, antes 

de que quede rígido vuestro vuelo.


Versos. Por no ser uno

de vosotros, los míos quemo.

Atrás, el fuego me reclama,

y al girarse la curiosidad,

la memoria halla en llamas.

¡Ay de mí!, comprendo, primero

se es poeta y luego –nunca seré- verso.


Juan Carlos García Hoyuelos


** versos de "Desde mi otro lado" (publica: Telira, 2007), mi primer poemario publicado.



martes, 7 de marzo de 2023

Retrato - Antonio Machado

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.


Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido

—ya conocéis mi torpe aliño indumentaria —,

más recibí la flecha que me asignó Cupido,

y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética,

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. 


Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.


¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso, como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.


Converso con el hombre que siempre va conmigo

—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;

mi soliloquio es plática con ese buen amigo

que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; me debéis cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.


Antonio Machado