sábado, 1 de noviembre de 2025

En un cementerio de lugar castellano - Miguel de Unamuno

 En un cementerio de lugar castellano


Corral de muertos, entre pobres tapias, 

hechas también de barro, 

pobre corral donde la hoz no siega, 

sólo una cruz, en el desierto campo 

señala tu destino. 

Junto a esas tapias buscan el amparo 

del hostigo del cierzo las ovejas 

al pasar trashumantes en rebaño, 

y en ellas rompen de la vana historia, 

como las olas, los rumores vanos. 

Como un islote en junio, 

te ciñe el mar dorado 

de las espigas que a la brisa ondean, 

y canta sobre ti la alondra el canto 

de la cosecha. 

Cuando baja en la lluvia el cielo al campo 

baja también sobre la santa hierba 

donde la hoz no corta, 

de tu rincón, ¡pobre corral de muertos!, 

y sienten en sus huesos el reclamo 

del riego de la vida. 

Salvan tus cercas de mampuesto y barro 

las aladas semillas, 

o te las llevan con piedad los pájaros, 

y crecen escondidas amapolas, 

clavelinas, magarzas, brezos, cardos, 

entre arrumbadas cruces, 

no más que de las aves libres pasto. 

Cavan tan sólo en tu maleza brava, 

corral sagrado, 

para de un alma que sufrió en el mundo 

sembrar el grano; 

luego sobre esa siembra 

¡barbecho largo! 

Cerca de ti el camino de los vivos, 

no como tú, con tapias, no cercado, 

por donde van y vienen, 

ya riendo o llorando, 

¡rompiendo con sus risas o sus lloros 

el silencio inmortal de tu cercado! 

Después que lento el sol tomó ya tierra, 

y sube al cielo el páramo 

a la hora del recuerdo, 

al toque de oraciones y descanso, 

la tosca cruz de piedra 

de tus tapias de barro 

queda, como un guardián que nunca duerme, 

de la campiña el sueño vigilando. 

No hay cruz sobre la iglesia de los vivos, 

en torno de la cual duerme el poblado; 

la cruz, cual perro fiel, ampara el sueño 

de los muertos al cielo acorralados. 

¡Y desde el cielo de la noche, Cristo, 

el Pastor Soberano, 

con infinitos ojos centelleantes, 

recuenta las ovejas del rebaño! 

¡Pobre corral de muertos entre tapias 

hechas del mismo barro, 

sólo una cruz distingue tu destino 

en la desierta soledad del campo!


Miguel de Unamuno






domingo, 7 de septiembre de 2025

Romance de la luna, luna - Federico García Lorca

 La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos. El niño la mira mira. El niño la está mirando.
En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño. Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño, déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño, déjame, no pises mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían, bronce y sueño, los gitanos. Las cabezas levantadas y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya, ¡ay cómo canta en el árbol! Por el cielo va la luna con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. El aire la está velando.


Federico García Lorca


sábado, 19 de abril de 2025

La saeta - Antonio Machado

 ¡Oh, la saeta, el cantar 

al Cristo de los gitanos, 
siempre con sangre en las manos, 
siempre por desenclavar! 
¡Cantar del pueblo andaluz, 
que todas las primaveras 
anda pidiendo escaleras 
para subir a la cruz! 
¡Cantar de la tierra mía, 
que echa flores 
al Jesús de la agonía, 
y es la fe de mis mayores! 
¡Oh, no eres tú mi cantar! 
¡No puedo cantar, ni quiero 
a ese Jesús del madero, 
sino al que anduvo en el mar!
Antonio Machado






domingo, 30 de marzo de 2025

Itaca - K. Kavafis

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

K. Kavafis


viernes, 21 de marzo de 2025

EL POEMA MAS HERMOSO - MARIO BENEDETTI

Aquí no hay viejos

Solo, nos llegó la tarde:

Una tarde cargada de experiencia,

experiencia para dar consejos.

Aquí no hay viejos,

solo nos llego la tarde.

Viejo es el mar y se agiganta.

Viejo es el sol y nos calienta.

Vieja es la luna y nos alumbra.

Vieja e s la tierra y nos da vida.

Viejo es el amor y nos alienta.

Aquí no hay viejos

Solo nos llegó la tarde.

Somos seres llenos de saber.

Graduados en la escuela.

De la vida y en el tiempo.

Que nos dio el postgrado.

Subimos al árbol de la vida.

Cortamos de sus frutos lo mejor.

Son esos frutos nuestros hijos.

Que cuidamos con paciencia.

Nos revierte esa paciencia con amor.

Fueron niños son hombres serán viejos.

La mañana vendrá y llegará la tarde.

Y ellos también darán consejos.

Aquí no hay viejos

Solo nos llegó la tarde.

Joven: si en tu caminar encuentras.

Seres de andar pausado.

De miradas serenas y cariñosas.

De piel rugosa, de manos temblorosas.

No los ignores ayúdalos.

Protégelos ampáralos.

Bríndales tu mano amiga.

Tu cariño.

Toma en cuenta que un día.

También a ti, te llegará la tarde.


-Mario Benedetti-



domingo, 5 de enero de 2025

LAS ABARCAS' DESIERTAS - Miguel Hernández

Y encontraban los días,

que derriban las puertas,

mis abarcas vacías,

mis abarcas desiertas.

 

Nunca tuve zapatos,

ni trajes, ni palabras:

siempre tuve regatos''',

siempre penas y cabras.

 

Me vistió la pobreza,

me lamió el cuerpo el río,

y del pie a la cabeza

pasto fui del rocío.

 

Por el cinco de enero,

para el seis, yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.

 

Y al andar la alborada

removiendo las huertas,

mis abarcas sin nada,

mis abarcas desiertas.

 

Ningún rey coronado

tuvo pie, tuvo gana

para ver el calzado

de mi pobre ventana.

 

Toda la gente de trono,

toda gente de botas

se rió con encono

de mis abarcas rotas.

 

Rabié de llanto, hasta

cubrir de sal mi piel,

por un mundo de pasta

y un mundo de miel.

 

Por el cinco de enero,

de la majada'''' mía

mi calzado cabrero

a la escarcha salía.

 

Y hacia el seis, mis miradas

hallaban en sus puertas

mis abarcas heladas,

mis abarcas desiertas.

 

Miguel Hernández