miércoles, 7 de mayo de 2014

AMOR - María Victoria Atencia García -

Cuando todo se aquieta

en el silencio, vuelvo       

al borde de la cuna

en que mi niño duerme

con ojos tan cerrados

que apenas si podría

entrar hasta su sueño

la moneda de un ángel.

Dejados al abrigo

de su ternura asoman

por la colcha en desorden,

muy cerca de sus manos,

los juguetes que tuvo

junto a sí todo el día,

ensayando un afecto

al que ya soy extraña.

Quien a mí estuvo unido

como carne en mi carne,

un poco más se aparta

cada instante que vive;

pero esa es mi tristeza

y mi alegría un tiempo,

porque se cierra el círculo

y él camina al amor.

María Victoria Atencia García

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