jueves, 21 de diciembre de 2017

De invierno – Poema de Rubén Darío

En invernales horas, mirad a Carolina. 
Medio apelotonada, descansa en el sillón, 
envuelta con su abrigo de marta cibelina 
y no lejos del fuego que brilla en el salón. 

El fino angora blanco junto a ella se reclina, 
rozando con su hocico la falda de Aleçón, 
no lejos de las jarras de porcelana china 
que medio oculta un biombo de seda del Japón. 

Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño: 
entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris; 
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño 

como una rosa roja que fuera flor de lis. 
Abre los ojos; mírame con su mirar risueño, 
y en tanto cae la nieve del cielo de París.

Rubén Darío

martes, 19 de diciembre de 2017

Retorno fugaz – Poema de Juan Ramón Jiménez

Cómo era, Dios mío, cómo era?
—¡Oh corazón falaz, mente indecisa!—
¿Era como el pasaje de la brisa?
¿Como la huida de la primavera?

Tan leve, tan voluble, tan lijera
cual estival villano... ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa...
¡Vana en el aire, igual que una bandera!

¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura...
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!

Todo tu cambiar trocóse en nada
—¡memoria, ciega abeja de amargura!—
¡No sé cómo eras, yo qué sé qué fuiste!

Juan Ramón Jiménez 

martes, 14 de noviembre de 2017

Para ti mi amor - Poema de J. Prévert

Fui al mercado de pájaros
y compré pájaros
Para ti
mi amor

Fui al mercado de flores
y compré flores
Para ti
mi amor

Fui al mercado de chatarra
y compré cadenas
Pesadas cadenas
Para ti
mi amor

Después fui al mercado de esclavos
Y te busqué
Pero no te encontré mi amor.

J. Prévert



miércoles, 8 de noviembre de 2017

CINCO HOMBRES - Poemas de Zbigniew Herbert

1

Los sacan de mañana
al patio empredrado
y los ponen contra el muro

cinco hombres
dos de ellos muy jóvenes
los otros de mediana edad

nada más
puede decirse sobre ellos

2

cuando el pelotón
apunta sus armas
todo de repente aparece
en la luz estridente
de la obviedad

el muro amarillo
el frío azul
y en lugar del horizonte
el alambre negro sobre el muro

ese es el momento
en que se rebelan los cinco sentidos
con todo gusto escaparían
como ratas de un barco que se hunde

antes que la bala llegue a su destino
el ojo percibirá el vuelo de proyectil
y el oído registrará un susurro de hierro

la nariz se llenará de un humo cortante
un pétalo de sangre cepillará el paladar
el tacto se contraerá y luego se aflojará

ahora yacen sobre el suelo
cubiertos en sombra hasta los ojos
el pelotón se retira
sus ojales correas
y cascos de hierro
están más vivos
que aquellos que yacen junto al muro

3

Yo no acabo de enterarme de esto
lo sabía desde antes de ayer

entonces por qué he estado escribiendo
poemas sin importancia sobre las flores

de qué hablaron los cinco
la noche antes de ser ejecutados

de sueños proféticos
de un escape a un burdel
de repuestos para carro
de un viaje por mar
de cómo cuando uno de ellos tenía espadas
no debió haber abierto en el juego de naipes
de cómo el vodka es mejor
después del vino te da dolor de cabeza
de muchachas
de frutas
de la vida

así que uno puede usar en poesía
los nombres de pastores griegos
uno puede intentar capturar el color del cielo en la mañana
escribir del amor
y también
una vez más
con un fervor muerto
ofrecerle una rosa
a este traicionado mundo.

Zbigniew Herbert

sábado, 4 de noviembre de 2017

Del viejo, el consejo - Poema de José María Gabriel y Galán

Deja la charla, Consuelo,
que una moza casadera
no debe estar en la era
si no está el Sol en el cielo.

Tu hogar tendrás apagado,
y al mozo que habla contigo
le está devorando el trigo
la yunta que ha abandonado.

Mira que está oscureciendo,
que en las riberas lejanas
ya están cantando las ranas,
ya están las aves durmiendo.

Que tocan a la oración,
y hay gentes murmuradoras
cuyos ojos a estas horas
cristales de aumento son.

Y es que los oscureceres
son unas horas menguadas
que han hecho ya desgraciadas
a muchas pobres mujeres.

Mira, muchacha, que ha sido
la tarde muy bochornosa
y va a ser fresca y hermosa
la noche que ha producido.

Mira que son muy contadas
las fuerzas de la memoria;
mira que huelen a gloria
las mieses amontonadas.

Y está tu galán delante,
y está tu hermanillo ausente,
y está el amor en creciente
y está la Luna en menguante.

Y a luz tan débil yo creo
que sola a salir no atinas
del laberinto de hacinas
donde metida te veo.

Tal vez si el mozo me oyera
pensara que esto es perfidia,
creyera que tengo envidia,
que tengo celos dijera.

Pues con la venda de amor
no viera que soy un viejo
que solo con un consejo
puedo acercarme a tu honor.

Vete, muchacha, y no quieras
llorar prematuros gozos,
que sé lo que son los mozos
y sé lo que son las eras.

Y en tales oscureceres
pláticas tales de amores
dicen los murmuradores
que son de tales mujeres...

Y tienen razón, Consuelo,
que una moza casadera
no debe estar en la era
si no está el Sol en el cielo.

José María Gabriel y Galán 

viernes, 3 de noviembre de 2017

Las campanas doblan por ti - John Donne


¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?   


Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

John Donne

sábado, 21 de octubre de 2017

En la belleza creada por otros - Poema de Adam Zagajewski

Sólo en la belleza creada
por otros hay consuelo,
en la música de otros y en los poemas de otros.
Sólo otros nos salvan,
aunque la soledad sepa a
opio. Los otros no son el infierno,
si se les ve temprano, con sus
frentes puras, lavadas por sueños.
Por eso me pregunto qué
palabra debería utilizarse, "él" o "tú". Cada "él"
es una traición a un cierto "tú" pero
a cambio el poema de alguien
ofrece la fidelidad de un grave diálogo.

(De Temblor, 1985)

Adam Zagajewski

Discurso de Adam Zagajewski - Premio Princesa de Asturias de las Letras

Majestades
Queridos premiados
Señoras y señores:
La poesía es, de entre las artes, la menos técnica, no surge del taller, o de la teoría, no surge de la ciencia (aunque, añadamos, tener una formación no perjudica a nadie, ni tan siquiera a un poeta), sino que surge de la emoción de la mente y el corazón que no se puede ni prever ni planear –unos años atrás Leonard Cohen habló hermosamente de esto en este mismo lugar–. Por eso, los poetas no se conocen a sí mismos, suelen vivir en la inseguridad, esperando pacientemente la hora en la que se abren las puertas de la lengua.
No sabemos qué es la poesía a pesar de que se han escrito sobre ella miles de libros que podemos encontrar en todas las grandes bibliotecas. Cada generación crea su propia visión de la poesía, aunque conserve a la vez una fidelidad hacia unas formas tradicionales sin interrumpir así la continuidad de un proceso que había empezado aún antes de Homero y que perdura hasta nuestros días, pasando por Antonio Machado y Zbigniew Herbert y siguiendo adelante.
Ovidio escribió sus poemas más bellos en el exilio, en una ciudad o un pueblo pesquero a la orilla del mar Negro, en Tomis. No entendÍa la lengua local, y sólo cuando miraba la ilimitable superficie del agua, las oscuras olas le recordaban el color del mar Tirreno.
Wisława Szymborska, una persona profundamente honesta, en la segunda mitad de los años 50 escribÍa poemas en la desesperación que le habÍa provocado haber traicionado la verdad de la poesÍa y haberse aliado con un sombrÍo sistema polÍtico cuando era joven.
En el mundo actual todos quieren hablar sólo de la comunidad y de polÍtica, y es cierto que esto es importante. Pero también existe el alma particular con sus preocupaciones, con su alegrÍa, con sus rituales, con su esperanza, su fe, su deslumbramiento que a veces experimentamos. Debatimos sobre las clases y las capas sociales, pero en el dÍa de cada dÍa no vivimos en la colectividad sino en la soledad. No sabemos qué hacer con un momento epifánico, no somos capaces de preservarlo.
Las sociedades se secularizan rápidamente, y los que hoy en día defienden la religión a veces acuden a técnicas sociopolíticas detestables, la religión con excesiva frecuencia se alía con la extrema derecha. Czesław Miłosz, un poeta fervorosamente religioso, católico y que a la vez era partidario de una sociedad abierta, democrática, se ve desdeñosamente repudiado en la actualidad por reaccionarias agrupaciones católicas.
No es difÍcil percibir que nos encontramos en un momento que es poco propicio para la poesÍa. Cualquiera que de vez en cuando participe en uno de los numerosos festivales de poesÍa en Europa, independientemente de en qué paÍs, no puede dejar de advertir que el pÚblico en los encuentros poéticos disminuye de manera sistemática.
La poesÍa no está de moda, las novelas policÍacas, las biografÍas de los tiranos, las pelÍculas americanas y las series de televisión británicas están de moda. La polÍtica está de moda. La moda está de moda. Las relaciones están de moda, la sustancia no está de moda. Los pantalones entubados, los vestidos con estampados de flores, las perlas en la ropa, los jerséis rojos, los abrigos a cuadros, las botines plateados y los pantalones vaqueros con apliques están de moda.
Las bicicletas y los patinetes están de moda, los maratones y los medio maratones, la marcha nórdica; no está de moda detenerse en medio de un prado primaveral ni la reflexión. La falta de movimiento es nociva para la salud, nos dicen los médicos. Un momento de reflexión es peligroso para la salud, hay que correr, hay que escapar de uno mismo.
Cuando tenÍa poco más de veinte años me fascinaba la poesÍa crÍtica ante el sistema totalitario que regÍa en mi paÍs. En aquel entonces, una época de tormenta e Ímpetu, surgieron amistades y alianzas que perduran hasta hoy en dÍa. Pero casi todos los poetas a los que en aquella época unió la oposición ante la injusticia siguieron un camino diferente, también descubrieron otros continentes artÍsticos.
Descubrimos la dualidad del mundo, por una parte, la imaginación; por otra, la obstinada realidad de una mañana de noviembre cuando ya han caído las hojas de los árboles. Durante mucho tiempo, no sabía qué era más importante, lo que existe o lo que no existe, la gente que va al trabajo temprano por la mañana, los hombres soñolientos que leen los grandes titulares de los periódicos deportivos y siguen las derrotas y las victorias de sus clubes preferidos de fútbol y las mujeres que dormitan en el autobús; o antes bien las cosas escondidas, la música y la luna, las ciudades que ya no existen, los cuadros de los grandes maestros, actuales y antiguos, en los museos. Y necesité muchos años para entender que hay que tener en consideración ambas caras de este dualismo desigual, puesto que vivimos en una ambivalencia eterna, no podemos olvidarnos del sufrimiento de la gente y de los animales, del mal, que es mucho más tenaz y astuto que los sueños que perseguimos.
No podemos olvidarnos del mal, de la injusticia que continuamente cambia de forma, de las cosas que perecen, pero tampoco de la felicidad, de las experiencias astáticas que los gruesos manuales de teoría política o de sociología no han llegado a prever.
Cuando era un niño, España se me antojaba un país lejano y maravilloso, un lugar directamente legendario, donde el sol brillaba más y donde las sombras eran más oscuras, el país de Don Quijote, de caballeros y de princesas. Después conocí la España real, moderna, uno de los pilares de la Unión Europea. Y hoy estoy aquí, en Asturias, y soy el invitado de una princesa –no puedo salir de mi asombro–. Como se ve, todo cambia, pero nada cambia.
Resulta que en España tengo lectores fieles y atentos. Esto es lo mejor que le puede pasar a un autor de libros, sin tener en cuenta si es de tomos de poemas o de novelas. Muchas gracias por este premio tan especial.

Adam Zagajewski

Discurso de Antonio Tajani – Presidente del Parlamento Europeo Premio Princesa de Asturias a la Concordia

Majestades,
Autoridades, Premiados, Señoras y Señores,
Es para mí un honor recibir el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, junto a los Presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión. Pienso también en las otras instituciones, organismos y agencias de la Unión. Este acto es un homenaje a todos los actores de la construcción europea.
Deseo especialmente agradecer el trabajo de todos los eurodiputados que han permitido que hoy recoja este Premio en su nombre. Recibimos este prestigioso reconocimiento coincidiendo con el sesenta aniversario del Tratado de Roma. Por ello, quiero agradecer la labor de los que me han precedido.
Como Presidente del Parlamento Europeo, me dirijo a Ustedes con humildad, con emoción y desde la admiración.
Con humildad porque soy consciente de que los premiados son también de algún modo los quinientos millones de ciudadanos europeos. Son Ustedes, quienes en su vida cotidiana hacen posible el éxito de paz, estabilidad y prosperidad que es la Unión Europea.
Lo recibo con emoción porque sé que personas e instituciones muy prestigiosas han sido premiadas antes. Mi maestro en el mundo del periodismo fue Indro Montanelli, quien recibió el Premio de Comunicación y Humanidades en 1996. Me emociona saber que él estuvo antes aquí.
Y lo recibo, por último, desde la admiración que tengo al pueblo español:
Su capacidad de superación y espíritu generoso;
Su amor por la libertad y la democracia;
Su profundo europeísmo y solidaridad.
Todos los atributos que, a mi entender, encarnan los Premios Princesa de Asturias.
Majestades,
Creo que en un momento solemne como hoy, es preciso reflexionar sobre qué supone la Unión Europea.
Los sesenta años desde de la firma del Tratado de Roma, son el más largo periodo de paz, democracia y prosperidad de la historia del continente.
Un esfuerzo titánico, que los padres fundadores de la Unión Europea, como los de la Constitución española, basaron en la concordia.
Soy hijo de un militar. A mediados del siglo pasado, los ejércitos combatían entre sí en Europa. Hoy, nuestros militares participan en misiones de paz y humanitarias en todo el planeta.
Cuando se firmó el Tratado de Roma había aduanas, cada Estado tenía su propia moneda y estudiar fuera de tu país o viajar en avión, era un lujo para muchos. Hoy sabemos que el mercado interior ha permitido un crecimiento económico extraordinario. El Euro es la moneda de la mayoría de los miembros de la Unión. Y la generación Erasmus y los vuelos de bajo coste, son la regla y no la excepción.
Pero quiero subrayar que la Unión Europea no es sólo hablar de bancos o del Euro. Es sobre todo la defensa de nuestros valores: la libertad, la democracia, la igualdad, el respeto al Estado de Derecho y la defensa de los derechos humanos entre otros.
Cuando algunos siembran la discordia ignorando voluntariamente las leyes, creo que es necesario recordar la importancia del respeto al Estado de Derecho.
La Unión Europea ha tenido éxito porque es el fruto de una Comunidad de Derecho.
Ahora los europeos no discutimos con armas: lo hacemos en torno a una mesa en la que negociamos según unas reglas aprobadas entre todos. Dialogamos dentro del Derecho.
La Unión Europea no tiene una policía que tenga que ejecutar las decisiones judiciales. No es necesario. Cuando el Tribunal de Justicia dicta una sentencia, se aplica y punto.
A nadie se le ocurre en la UE saltarse las normas aprobadas entre todos. Y, por descontado, los Tratados se pueden cambiar. El Tratado de Roma fue modificado varias veces. Se ha convertido en el Tratado de Lisboa. Pero, mientras el Derecho no se cambie, su respeto no es una opción: es una obligación.
Los tratados de la Unión Europea y la Constitución forman un solo cuerpo legal y democrático que todos tenemos el deber de respetar.
La Unión es asimismo solidaridad. También hay contribuyentes netos en Europa. Pero la prosperidad de todos beneficia igualmente a los que más aportan.
No está de más que lo recordemos en estos tiempos en que los egoísmos nacionalistas salen a flote. El valor del consenso, constitucional y europeo, es un bien en sí mismo que no debemos poner en riesgo.
Majestades,
La concordia consiste en tender siempre la mano al entendimiento. En ponerse en disposición de encontrar el acuerdo. En buscar el bien común. En darse cuenta de que defender nuestra unidad dentro de la diversidad, nos hace más fuertes.
Ese es el camino europeo. Un camino que España empezó, con paso decidido, con la Constitución del setenta y ocho (78) y su solicitud de adhesión a la Unión Europea.
Esta es la gran aventura de la España moderna. Su reencuentro con la historia. La conquista definitiva de la libertad, de la democracia y de una vida mejor para todos.
Majestades,
Quisiera hablar del futuro.
La elección que tenemos ante nosotros no es Europa sí o Europa no. Es más bien, en qué medida contribuimos al futuro de la Unión Europea.
Y, a mi entender, todo debe basarse en tres pilares:
Primero: No levantar fronteras entre los europeos. Demasiadas veces se nos ha ofrecido el paraíso cambiando las fronteras, y se nos ha llevado con ello a los infiernos.
Segundo: Defendamos siempre los valores europeos. Hagámoslo sin timidez. Dentro y fuera de nuestras fronteras. Y no tengamos miedo de denunciar situaciones inaceptables como, por ejemplo, la que se vive actualmente en Venezuela.
Por Último: Pongamos al ciudadano mucho más en el centro de toda acción política. La Unión Europea no es un proyecto de las elites, todo lo contrario. Nace y crece para asegurar el bienestar de todos los ciudadanos.
Salimos de una de las peores crisis a las que nos hemos enfrentado. Vendrán tal vez otras.
Hay algunos en Europa, populistas y nacionalistas, que gastan esfuerzos y recursos en separarnos. Mejor harían en trabajar por la concordia.
Majestades,
En este Teatro Campoamor hay muchos asturianos. Es público que tengo un especial afecto por esta tierra, que es también mi patria querida. Tengo una calle con mi nombre en Gijón. Una multinacional americana había decidido cerrar una fábrica despidiendo a todos sus empleados. Conseguimos convencerla para que la volviera a abrir. Salvamos varios cientos de puestos de trabajo. Fue una labor de equipo entre autoridades locales, regionales, nacionales y europeas. Por tanto, no subestimen nunca la fuerza del trabajo en concordia.
Concluyo: mi madre era profesora de latín y griego. Me inculcó el amor por los clásicos. Un poeta dramático romano, Publio Siro, escribió hace mucho tiempo que:
“donde hay concordia, siempre hay victoria”.
 Muchas gracias.

Antonio Tajani – Presidente del Parlamento Europeo

miércoles, 18 de octubre de 2017

Otoño - Poema de Octavio Paz

En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.

Octavio Paz

domingo, 24 de septiembre de 2017

Pretérito perfecto - Ricardo Ruiz Nebreda

El tiempo desnuda de juguetes las habitaciones,
de labios nuestros labios, de niños felices los calendarios.
Es un reloj insobornable
que nunca vuelve a nuestras manos.

Hoy es pretérito perfecto.

Te apresuras a vivir las tardes que ya viviste
como heridas que se alimentan de viejas cicatrices.
Y caminas hacia la orilla de tus días
como un viejo barco surca océanos de recuerdo
mientras llueve sangre sobre tu sangre.

El tiempo arroja agua en los castillos de arena,
veneno en los caramelos, ceniza en la pureza.
Viste de padres
a los Reyes Magos.

Hoy es pretérito perfecto.

El otoño te busca
y te encuentra en sus ojos
con su puño de acero.
Y sabes que las olas son las arrugas del mar
y la playa su única frontera.

Hay mujeres de ayer
con los labios pintados
de mañana.
Y esperas el amanecer tumbado
en las sábanas de tu tristeza.

Ricardo Ruiz Nebreda


viernes, 22 de septiembre de 2017

OTOÑO - Juan Ramón Jiménez

Esparce octubre, al blando movimiento 
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina. 

Juan Ramón Jiménez

jueves, 6 de julio de 2017

Para hacer el retrato de un pájaro – Poema de J. Prévert

Pintar primero una jaula
con la puerta abierta
pintar después algo bonito
algo simple, algo bello,
algo útil para el pájaro.
Apoyar después la tela contra un árbol
En un jardín en un soto
o en un bosque esconderse tras el árbol
Sin decir nada, sin moverse
A veces el pájaro llega enseguida
Pero puede tardar años
antes de decidirse.
No hay que desanimarse
Hay que esperar
Esperar si es necesario durante años
La celeridad o la tardanza
En la llegada del pájaro
No tiene nada que ver
Con la calidad del cuadro.
Cuando el pájaro llega, si llega
observar el más profundo silencio
esperar que el pájaro entre en la jaula
y una vez que haya entrado
cerrar suavemente la puerta con el pincel.

Después borrar uno a uno todos los barrotes
cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro.

Hacer acto seguido, el retrato del árbol,
escogiendo la rama más bella para el pájaro,
Pintar también el verde follaje
Y la frescura del viento,
El polvillo del sol
y el ruido de los bichos de la hierva en el calor estival
y después esperar
que el pájaro se decida a cantar.

Si el pájaro no canta, mala señal,
Señal de que el cuadro es malo,
Pero si canta es buena señal,
Señal de que podéis firmar.
Entonces arrancadle delicadamente
una pluma al pájaro
Y escribid vuestro nombre
En un ángulo del cuadro.

J. Prévert 

miércoles, 14 de junio de 2017

Este amor - Poema de Jacques Prévert

Este amor
Tan violento
Tan frágil
Tan tierno
Tan desesperado
Hermoso como el día
Y malo como el tiempo
Cuando el tiempo es malo
Este amor tan verdadero
Este amor tan hermoso
Tan feliz
Tan alegre
Y tan irrisorio
Tembloroso de miedo como un elefante en la oscuridad
Y tan seguro de sí
Como un hombre tranquilo en medio de la noche
Este amor que inspiraba temor a los demás
Que los hacía hablar
Que los hacía palidecer
Este amor acechado
Porque nosotros los acechábamos
Acorralado herido pisoteado acabado negado olvidado
Porque nosotros los habíamos acorralado herido
pisoteado acabado negado olvidado
Este amor todo entero
Tan viviente aún
Y radiante de sol
Es el tuyo
Es el mío
El que fue
Ese amor siempre nuevo
Y que no ha cambiado
Tan verdadero como una planta
Tan trémulo como un pájaro
Tan cálido tan viviente como el verano
Podemos los dos
Ir y venir
Podemos olvidar
Y luego volver a dormirnos
Despertarnos sufrir envejecer
Dormirnos otra vez
Soñar con la muerte
Despertarnos sonreír y reír
Y rejuvenecer
Nuestro amor está allí
Terco como una mula
Viviente como el deseo
Cruel como la memoria
Tonto como las quejas
Tierno como el recuerdo
Frío como el mármol
Hermoso como el día
Frágil como un niño
Nos mira sonriendo
Y nos habla sin decir nada
Y yo lo escucho temblando
Y le ruego
Ruego por ti
Ruego por mí
Te sulico
Por ti por mí por todos aquellos que se aman
Y que son amados
Sí yo le ruego
Por ti por mí y por todos los otros
A quienes no conozco
Quédate allí
Allí donde estás
Allí donde estabas antes
Quédate allí
No te muevas
No te mueras
Nosotros los amados
Te hemos olvidado
Tú no nos olvides
Sólo a ti te teníamos en la tierra
No dejes que nos pongamos fríos
Mucho más lejos cada vez
Y no importa dónde
Danos señales de vida
Mucho más tarde en el rincón de un bosque
En la selva de la memoria
Aparece de pronto
Tiéndenos la mano
Y sálvanos.

Jacques Prévert

viernes, 9 de junio de 2017

Más allá del amor - Octavio Paz

Todo nos amenaza:
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan.
Más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.

Afuera la noche respira, se extiende,
llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
frutos, garras, ojos, follajes,
espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.

Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y se entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida

Octavio Paz

De las vidas de las cosas – Poema de Adam Zagajewski – Premio Princesa de Asturias de las Letras 2017

La piel perfecta de las cosas se extiende sobre ellas
tan cómodamente como una carpa de circo.
La noche se acerca.
Bienvenida, oscuridad.
Adiós, luz.
Somos como párpados, afirmamos cosas,
tocamos ojos, pelo, oscuridad,
luz, India, Europa.
De repente me encuentro preguntando: "Cosas,
¿conocéis el sufrimiento?
¿Habéis estado alguna vez hambrientas, en la miseria?
¿Habéis llorado? ¿Conocéis el miedo,
la vergüenza? ¿Habéis conocido los celos, la envidia,
pequeños pecados, no de comisión,
pero tampoco curados por la absolución?
¿Habéis amado, y muerto,
de noche, con el viento abriendo las ventanas, absorbiendo
el frío corazón? ¿Habéis probado
la edad, el tiempo, el duelo?".
Silencio.
En la pared, baila la aguja de un barómetro.

Adam Zagajewski

miércoles, 7 de junio de 2017

Romance de la luna, luna – Poema de Federico García Lorca

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.

Federico García Lorca

Las manos - Poema de Miguel Hernández

Dos especies de manos se enfrentan en la vida,
brotan del corazón, irrumpen por los brazos,
saltan, y desembocan sobre la luz herida 
a golpes, a zarpazos.

La mano es la herramienta del alma, su mensaje,
y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente.
Alzad, moved las manos en un gran oleaje,
hombres de mi simiente.

Ante la aurora veo surgir las manos puras
de los trabajadores terrestres y marinos,

como una primavera de alegres dentaduras,

de dedos matutinos.

Endurecidamente pobladas de sudores,
retumbantes las venas desde las uñas rotas,
constelan los espacios de andamios y clamores,
relámpagos y gotas.

Conducen herrerías, azadas y telares,
muerden metales, montes, raptan hachas, encinas,
y construyen, si quieren, hasta en los mismos mares 
fábricas, pueblos, minas.

Estas sonoras manos oscuras y lucientes
las reviste una piel de invencible corteza,
y son inagotables y generosas fuentes
de vida y de riqueza.

Como si con los astros el polvo peleara,
como si los planetas lucharan con gusanos,
la especie de las manos trabajadora y clara
lucha con otras manos.

Feroces y reunidas en un bando sangriento
avanzan al hundirse los cielos vespertinos
unas manos de hueso lívido y avariento,
paisaje de asesinos.

No han sonado: no cantan. Sus dedos vagan roncos,
mudamente aletean, se ciernen, se propagan.
Ni tejieron la pana, ni mecieron los troncos,
y blandas de ocio vagan.

Empuñan crucifijos y acaparan tesoros
que a nadie corresponden sino a quien los labora,
y sus mudos crepúsculos absorben los sonoros
caudales de la aurora.

Orgullo de puñales, arma de bombardeos
con un cáliz, un crimen y un muerto en cada uña:
ejecutoras pálidas de los negros deseos
que la avaricia empuña.

¿Quién lavará estas manos fangosas que se extienden
al agua y la deshonran, enrojecen y estragan?
Nadie lavará manos que en el puñal se encienden
y en el amor se apagan.

Las laboriosas manos de los trabajadores
caerán sobre vosotras con dientes y cuchillas.
Y las verán cortadas tantos explotadores
en sus mismas rodillas.

Miguel Hernández 

miércoles, 31 de mayo de 2017

Vendré cuando estés triste - Poema de Emily Brontë

Vendré cuando estés triste,
sola en la oscura habitación;
cuando el loco júbilo del día se desvanezca,
y se disipe la sonriente alegría
de las frías tinieblas de la noche.

Vendré cuando en tu corazón
reine la emoción más pura,
y mi influjo, deslizándose en ti,
haciendo más honda la pena, helando la alegría,
arrase tú alma.

Oye, esta es la hora,
tu terrible momento.
¿No sientes sobre tu alma
rodar un flujo de raras sensaciones,
anuncio de un poder más fuerte,
heraldos míos?

Emily Brontë

jueves, 25 de mayo de 2017

Tristes guerras - Poema de Miguel Hernández

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Miguel Hernández


lunes, 22 de mayo de 2017

Tango - Poema de Cristina Peri Rossi

La ciudad no eras vos.

No era tu confusión de lenguas
ni de sexos.

No era el cerezo que florecía -blanco-
detrás del muro
como un mensaje de Oriente.

No era tu casa
de múltiples amantes
y frágiles cerraduras.

La ciudad era esta incertidumbre
la eterna pregunta -quién soy-
dicho de otro modo: quién sos.

Cristina Peri Rossi

domingo, 21 de mayo de 2017

Llamo a juventud - Poema de Miguel Hernández -

Los quince y los dieciocho,
los dieciocho y los veinte...
Me voy a cumplir los años
al fuego que me requiere,
y si resuena mi hora
antes de los doce meses,
los cumpliré bajo tierra.
Yo trato que de mí queden
una memoria de sol
y un sonido de valiente.

Si cada boca de España,
de su juventud, pusiese
estas palabras, mordiéndolas,
en lo mejor de sus dientes:
si la juventud de España,
de un impulso solo y verde,
alzara su gallardía,
sus músculos extendiese
contra los desenfrenados
que apropiarse España quieren,
sería el mar arrojando
a la arena muda siempre
varios caballos de estiércol
de sus pueblos transparentes,
con un brazo inacabable
de perpetua espuma fuerte.

Si el Cid volviera a clavar
aquellos huesos que aún hieren
el polvo y el pensamiento,
aquel cerro de su frente,
aquel trueno de su alma
y aquella espada indeleble,
sin rival, sobre su sombra
de entrelazados laureles:
al mirar lo que de España
los alemanes pretenden,
los italianos procuran,
los moros, los portugueses,
que han grabado en nuestro cielo
constelaciones crueles
de crímenes empapados
en una sangre inocente,
subiera en su airado potro
y en su cólera celeste
a derribar trimotores
como quien derriba mieses.

Bajo una zarpa de lluvia,
y un racimo de relente,
y un ejército de sol,
campan los cuerpos rebeldes
de los españoles dignos
que al yugo no se someten,
y la claridad los sigue,
y los robles los refieren.
Entre graves camilleros
hay heridos que se mueren
con el rostro rodeado
de tan diáfanos ponientes,
que son auroras sembradas
alrededor de sus sienes.
Parecen plata dormida
y oro en reposo parecen.

Llegaron a las trincheras
y dijeron firmemente:
¡Aquí echaremos raíces
antes que nadie nos eche!
Y la muerte se sintió
orgullosa de tenerles.

Pero en los negros rincones,
en los más negros, se tienden
a llorar por los caídos
madres que les dieron leche,
hermanas que los lavaron,
novias que han sido de nieve
y que se han vuelto de luto
y que se han vuelto de fiebre;
desconcertadas viudas,
desparramadas mujeres,
cartas y fotografías
que los expresan fielmente,
donde los ojos se rompen
de tanto ver y no verles,
de tanta lágrima muda,
de tanta hermosura ausente.

Juventud solar de España:
que pase el tiempo y se quede
con un murmullo de huesos
heroicos en su corriente.
Echa tus huesos al campo,
echar las fuerzas que tienes
a las cordilleras foscas
y al olivo del aceite.
Reluce por los collados,
y apaga la mala gente,
y atrévete con el plomo,
y el hombro y la pierna extiende.

Sangre que no se desborda,
juventud que no se atreve,
ni es sangre, ni es juventud,
ni relucen, ni florecen.
Cuerpos que nacen vencidos,
vencidos y grises mueren:
vienen con la edad de un siglo,
y son viejos cuando vienen.

La juventud siempre empuja
la juventud siempre vence,
y la salvación de España
de su juventud depende.

La muerte junto al fusil,
antes que se nos destierre,
antes que se nos escupa,
antes que se nos afrente
y antes que entre las cenizas
que de nuestro pueblo queden,
arrastrados sin remedio
gritemos amargamente: ¡
Ay España de mi vida,
ay España de mi muerte!

Miguel Hernández