sábado, 22 de diciembre de 2018

Sol de invierno - Antonio Machado


Es mediodía. Un parque.
Invierno. Blancas sendas;
simétricos montículos
y ramas esqueléticas.

Bajo el invernadero,
naranjos en maceta,
y en su tonel, pintado
de verde, la palmera.

Un viejecillo dice,
para su capa vieja:
«¡El sol, esta hermosura
de sol!...» Los niños juegan.

El agua de la fuente
resbala, corre y sueña
lamiendo, casi muda,
la verdinosa piedra.

Antonio Machado



jueves, 20 de diciembre de 2018

VERSOS PARA LAURA LUELMO - Juan Carlos García Hoyuelos

Demasiado dolor para preguntar
por los gritos desatendidos del bosque,
demasiado dolor sin respuesta, en vigilia,
a causa de una mala hierba de hojas punzantes.

Te resististe, le plantaste cara.
Los que dudan del llanto, de la palabra,
del miedo domando una falda,
hoy callan, esos cobardes callan.
Se apagó tu voz, y pese a ello habrá
quienes sigan alimentando
los puntos suspensivos, los matices,
seguirán royendo los hechos consumados
ante la ambigüedad intencionada de las leyes.

No es no, un rotundo no,
¿tan difícil es de entender?;
se pronuncie nítidamente o en voz baja,
o acaso presa del pánico, maniatada,
se someta en silencio, tiritando,
-sólo con pensarlo, yo también enmudezco-
al gemido nauseabundo de un mal nacido,
o al de una manada que jalea
mientras graban su repugnante hazaña.

No es no, lo demás es violación.
No es no, ni una mujer menos.

Juan Carlos García Hoyuelos
** ilustración que Laura Luelmo subía este pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.



miércoles, 19 de diciembre de 2018

Testigo de excepción - Poema de Francisca Aguirre

Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.

Francisca Aguirre