HAZME TU PECADO
Te hice religión, cáliz,
un porfío pecado
para comulgar
una y otra vez, obsesivamente,
en tus labios,
y redimido en tu boca,
robar el perdón
que pueda separarnos.
Peca en mí, y deja
en mi cuerpo los réditos
de esa inexcusable culpa que retiene
los fluidos hasta
hacer arder a las sábanas
desde dentro hacia fuera.
Y si hablan, déjales… hacen bien;
tras los rastrojos siempre vuelven
los brotes verdes,
las praderas, los himnos debajo de la tierra.
Déjales, prefiero ser mancha
a rácano movimiento de un alfil,
o una retama que flor roja embalsamada
en blanco por la escarcha.
Déjate llevar, te estoy esperando,
no lo pienses más,
ni un segundo más,
-el tiempo corre, vuela, se camufla en la arena-
y rétame a un juego donde el amor
envide a la grande
aunque entre los dedos
se mantenga en pie, con gallardía,
las mínimas opciones.
Juan Carlos García Hoyuelos
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