miércoles, 12 de agosto de 2015

Lluvia de Perseidas – Poema de Paco Benítez Aguilar

Increíble noche estrellada la que esperé

Cuando el crepúsculo fue apagando su luz entre arreboles

Y en el rojo horizonte el sol sucumbía

Hasta hacerse un hilo de oro viejo,

Una joya irrecuperable caída en el precipicio

De los días perdidos.

 
Allí, en aquella playa, otrora de amor y besos

Quise esperar el asombroso baile de las Perseidas

Atravesando fugaces el espacio como fuegos de artificio,

Motas de polvo luminosas en el universo,

inmenso y quieto de esa noche de estío.

 
A medianoche, yo cumplí la cita.

Cerré los ojos para el encantamiento

Y esperé, esperé, esperé

Que la lluvia de estrellas iluminara el cielo.

 
Mi corazón latía con arrítmico esfuerzo,

Pero mi mano, vacía y deseosa de encontrar otra mano

Se quedó solitaria en el momento justo del milagro.

 
En el espacio no pude ver la prometida lluvia.

Sólo una gota de luz, una lágrima fugaz

Cruzando de un extremo a otro la bóveda celeste.

 
La intensa esperanza de aquel día se hizo desolación.

Y enjugué mi profundo vacío rezándole a la noche.

Aquella luz fugaz, estoy seguro, era como su adiós,

Su firma escrita en las estrellas, regalándome apenas un segundo

De felicidad suprema.

Creí escuchar voces, incluso alguna risa

Como cuando gozábamos después del espectáculo.

Pero no. Multitud de puntos luminosos

Sostenidos en el cielo por la mano divina

Fueron testigos de la noche más triste,

Desde que falta ella.

 
Paco Benítez Aguilar

 
 

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