lunes, 30 de noviembre de 2015

CANCIÓN ERRÓNEA – Poema de Antonio Gamoneda

No hay causa en mí. En mí no hay
más que cansancio y
un antiguo extravío: ir
de la inexistencia
a la inexistencia.
Es
un sueño.
Un sueño vacío.

Pero sucede.
Yo amo
todo cuanto he creído
viviente en mí.
Amé las manos
grandes de mi madre y
aquel metal antiguo
de sus ojos y aquel
cansancio lleno de luz
y de frío.

Desprecio
la eternidad.
He vivido
y no sé por qué.
Ahora
he de amar mi propia muerte
y no sé morir.

Qué equívoco. 

Antonio Gamoneda

domingo, 29 de noviembre de 2015

Paz – Poema de Miguel Hernández

Tristes guerras

si no es amor la empresa.

Tristes, tristes.

Tristes armas

si no son las palabras.

Tristes, tristes.

Tristes hombres

si no mueren de amores.

Tristes, tristes.


Miguel Hernández

viernes, 27 de noviembre de 2015

Sólo tres letras – Poema de Gloria Fuertes

Solo tres letras, tres letras nada más,

solo tres letras que para siempre aprenderás. 

Solo tres letras para escribir PAZ. 

La P, la A, y la Z, solo tres letras. 

Solo tres letras, tres letras nada más, 

para cantar PAZ, para hacer PAZ. 

La P de pueblo, la A de amar 

y la zeta de zafiro o de zagal. 

(De zafiro por un mundo azul, 
de zagal por un niño como tú.)


Gloria Fuertes 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

SANGRE NUESTRA – Poema de SUSANA CHÁVEZ

Sangre mía,

de alba,

de luna partida,

del silencio.


de roca muerta,


de mujer en cama,


saltando al vacío.


Abierta a la locura.


Sangre clara y definida,


fértil y semilla,


Sangre incomprensible gira,


Sangre liberación de sí misma,


Sangre río de mis cantos,


Mar de mis abismos.


Sangre instante donde nazco adolorida,


Nutrida de mi última presencia.



SUSANA CHÁVEZ


PLIEGO PETITORIO – Poema de SUSANA CHÁVEZ


Que cese ya el grito alrededor de todo

detrás de las sillas llamándonos.


Que cese la espera de la eternidad


cansada de esperarnos,


que el silencio se vuelva transparente


para que el verdadero sonido


filtre por fin su alma.


que “el circulo perfecto” se vuelva luz encendida


en alguien que abre una puerta.


Que el golpe de mar quede en la memoria,


penetrante.


Que se acaben los hábitos de la incertidumbre,


que caiga la lluvia donde la ceniza se moje,


que la nostalgia siempre trabaje en la nieve,


que me dejen interrumpir el juego


de guardar silencio,


que Dios bendiga los zapatos rotos


y nos quite la costumbre tan socorrida del dolor.



SUSANA CHÁVEZ

martes, 24 de noviembre de 2015

Amores - Poema de Ovidio

Si para ti no es algo necesario

vigilar a tu amada, necio, al menos

procura vigilarla

por mí, para que yo la quiera más.

Lo que está permitido, desagrada.

Lo prohibido nos quema con más fuerza.

De hierro es el que ama lo que otro le permite.

Tengamos los amantes

un tanto de esperanza, otro de miedo,

y que deje un lugar para el deseo

de vez en cuando alguna negativa.

¿Para qué quiero yo una buena suerte

que nunca se preocupa por fallarme?

Yo no siento ningún amor por algo

que no me da ninguna vez molestias.

Una obra muy recomendable para estudiar la evolución del amor en una Roma llena de prejuicios a los que en ocasiones no supo hacer frente.

Ovidio, Amores, 2, 19
 

sábado, 21 de noviembre de 2015

Noviembre - Poema de Federico García Lorca

Todos los ojos
estaban abiertos
frente a la soledad
despintada por el llanto.

Tin
tan,
tin
tan.

Los verdes cipreses
guardaban su alma
arrugada por el viento,
y las palabras como guadañas
segaban almas de flores.

Tin
tan,
tin
tan.

El cielo estaba marchito.
¡Oh tarde cautiva por las nubes,
esfinge sin ojos!
Obeliscos y chimeneas
hacían pompas de jabón.

Tin
tan,
tin
tan.

Los ritmos se curvaban
y se curvaba el aire,
guerreros de niebla
hacían de los árboles
catapultas.

Tin
tan,
tin
tan.

¡Oh tarde,
tarde de mi otro beso!
Tema lejano de mi sombra,
¡sin rayo de oro!
Cascabel vacío.
Tarde desmoronada
sobre piras de silencio.

Tin
tan,
tin
tan.


Federico García Lorca
 

viernes, 20 de noviembre de 2015

Tu infancia en Menton - Poema de Federico García Lorca

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el cielo.
Tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.
Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se quebraban.
Es tu yerta ignorancia donde estuvo
mi torso limitado por el fuego.
Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.
Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
índices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no escalan.
Pero yo he de buscar por los rincones
tu alma tibia sin ti que no te entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.
Allí, león, allí, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de medianoche y paño roto
que quitó luna de la sien del muerto.
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raíces.
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.
No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clínica y selva de la anatomía.
Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.
Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el cielo.
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

Federico García Lorca


jueves, 19 de noviembre de 2015

Los intranquilos – Jorge Guillen

Somos los hombres intranquilos
En sociedad.
Ganamos,gozamos, volamos.
¡Que malestar!


El mañana asoma entre nubes
De un cielo turbio
Con alas de arcángeles-átomos
Como un anuncio.
Estamos siempre a la merced
De una cruzada.
Por nuestras venas corre sangre
De catarata.

Así vivimos sin saber
Si el aire es nuestro.
Quizá muramos en la calle,
quizá en el lecho.

Somos entre tanto felices.
Seven o'clock.
Todo es bar y delicia oscura
¡televisión!
Jorge Guillen

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Y escribir tu silencio sobre el agua - Poema de Luis Rosales

“Sólo florece el agua que está queda”
Unamuno



No sé si es sombra en el cristal, si es sólo
calor que empaña un brillo; nadie sabe
si es de vuelo este pájaro o de llanto;
nadie le oprime con su mano, nunca
le he sentido latir, y está cayendo
como sombra de lluvia, dentro y dulce,
del bosque de la sangre, hasta dejarla
casi acuñada y vegetal, tranquila.
No sé, siempre es así, tu voz me llega
como el aire de Marzo en un espejo,
como el paso que mueve una cortina
detrás de la mirada; ya me siento
oscuro y casi andado; no sé cómo
voy a llegar, buscándote, hasta el centro
de nuestro corazón, y allí decirte,
madre, que yo he de hacer en tanto viva,
que no te quedes huérfana de hijo,
que no te quedes sola allá en tu cielo,
que no te falte yo como me faltas.


Luis Rosales

lunes, 16 de noviembre de 2015

Para la libertad – Poema de Miguel Hernández

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.


Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.


Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.


Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.


Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.


Miguel Hernández

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Canción de amor - Rainer Maria Rilke

¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!


Rainer Maria Rilke

martes, 10 de noviembre de 2015

ROMERÍA – Poema de Cesar Vallejo

Pasamos juntos. El sueño
lame nuestros pies qué dulce;
y todo se desplaza en pálidas
renunciaciones sin dulce.

Pasamos juntos. Las muertas
almas, las que, cual nosotros,
cruzaron por el amor,
con enfermos pasos ópalos,
salen en sus lutos rígidos
y se ondulan en nosotros.
Amada, vamos al borde
frágil de un montón de tierra.
Va en aceite ungida el ala,
y en pureza. Pero un golpe,
al caer yo no sé dónde,
afila de cada lágrima
un diente hostil.

Y un soldado, un gran soldado,
heridas por charreteras,
se anima en la tarde heroica,
y a sus pies muestra entre risas,
como una gualdrapa horrenda,
el cerebro de la Vida.

Pasamos juntos, muy juntos,
invicta Luz, paso enfermo;
pasamos juntos las lilas
mostazas de un cementerio.


Cesar Vallejo

lunes, 9 de noviembre de 2015

CARMEN VIII - Poema de Gayo Valerio Catulo

¡Ay, Catulo, deja de hacer simplezas,
y ten lo que está muerto por perdido!

Radiantes soles te brillaban cuando, 

en esos días, ibas

allí donde quería la niñita,

amada por nosotros como nadie

será amada jamás.

Muchas fiestas celebraste allí entonces,

que tú deseabas y ella no odiaba.

En verdad, lucían soles radiantes.

Ella ya no lo quiere,

no lo quieras tú, débil,

ni persigas a la que huye, ni vivas

miserable: resiste

con tu mente obstinada.

Adiós, niña. Catulo aguanta ya,

no te rogará ni pedirá nada.

Mas sufrirás, cuando por nadie seas

rogada. ¡Ay, infame! ¿Qué vida te queda?

¿Quién irá a ti hoy? ¿Quién verá tu belleza?

¿A quién amarás ahora? ¿De quién

se dirá que eres? ¿A quién besarás?

¿A quién morderás los delgados labios?

Pero, Catulo, aguanta decidido.


Gayo Valerio Catulo

domingo, 8 de noviembre de 2015

El mar - Poema de Pablo Neruda

NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navíos.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

Pablo Neruda
 

 
 

CARMEN VII - Poema de Gayo Valerio Catulo

Me preguntas, oh Lesbia, cuántos besos
tuyos me sean suficientes, cuántos

me sean demasiados.

Cuan gran número de arena de Libia 

yace en Cirene, de laserpicïo

plena, entre el oráculo del ardiente

Jove y el túmulo del anciano Bato;

o cuantos astros nos ven, al callar 

la noche, enredados en amoríos;

sólo esa cantidad satisfará

a Catulo el loco, y demasiados 

serán, y afortunados,

que ni contarlos podrán los curiosos

ni con sus malas lenguas hechizarlos.


Gayo Valerio Catulo

sábado, 7 de noviembre de 2015

CARMEN VI - Poema de Gayo Valerio Catulo

Flavio, de tus deleites a Catulo, 
si no fueran burdos e indecorosos,

hablar querrías, sin callar detalle.

Pero yo no sé qué puta febril 

prefieres:¡tanto te apena decirlo! 

Pues tú no yaces una sola noche

solo; tu cama aulla, sin quedar tácita

nunca, olorosa de algún sirio aceite

y guirnaldas; y quedan tus cojines

gastados, entre el chirriar que sacude

tu lecho, tan trémulo y fatigado.

Pues no sirve de nada que los crápulas

callen: ¿y por qué? Tus gastados flancos

delatan todas tus obscenidades.

Dinos qué tienes de malo y qué tienes 

de bueno, pues quiero llevarte al cielo,

con tus amores, en estos versitos.


Gayo Valerio Catulo

viernes, 6 de noviembre de 2015

CARMEN V - Poema de Gayo Valerio Catulo

Vivamos y amemos, oh Lesbia mía,
y démosles menos valor que a un as

a las voces de los viejos severos.

Los astros pueden morir y volver;

muerta nuestra breve luz, deberemos

dormir una última noche perpetua.

Dame mil besos, seguidos de un ciento;

luego otros mil, luego un segundo ciento;

luego otros mil seguidos, luego un ciento.

Después, hechos ya muchísimos miles,

revolvámoslos, para no saber

ni nosotros, ni el malvado que mira

acechante, cuántos besos nos dimos.


Gayo Valerio Catulo

miércoles, 4 de noviembre de 2015

CARMEN III - Poema de Gayo Valerio Catulo

Llorad, tanto Gracias y Cupidillos,
como todos los hombres más sensibles.

El gorrioncito de mi niña ha muerto,

el gorrioncito, joya de mi niña,

a quien amaba más que a sus ojitos;

pues de miel era y conocía, como

la hija conoce a su madre, a su dueña;

nunca se apartaba de su regazo, 

sino que, saltando a su alrededor, 

piaba constantemente para su ama.

Y ahora hace un camino de tinieblas,

hacia un lugar de retorno prohibido.

Sed malditas, malas sombras del Orco,

que fagocitáis todo lo precioso;

me arrancasteis este gorrión tan lindo.

¡Oh, acción malévola!¡Oh, gorrión perdido!

Ahora, por tu culpa, los ojitos

hinchaditos de mi niña se encarnan.


Gayo Valerio Catulo

CARMEN IV - Poema de Gayo Valerio Catulo

Aquel barquito que veis cuenta, oh huéspedes,
que él fue, de todas, la nave más rápida,

jamás trabada por el traidor leño

flotante. Bien con los remos volar

podía, si era necesario, bien

con las velas de lino.

Y niega que esto niegue la acechante

costa del Adriático, o las Cícladas,

y Rodas la noble y Tracia Propóntida

terrible o el furïoso golfo Póntico,

donde, antes de barquito, fue un tupido

bosque: pues en la cima del Citoro,

con parlante crin, lanzó silbo hermoso.

A ti, Póntica Amastris, en boj rico

Citoro: afirma que fue conocido

por ti y que en su origen último sobre

tu altura se mantuvo firme; aguas

fueron las tuyas en que hundió sus palas.

Y desde allí portó a su señor, ora

viniera diestra o siniestra del alba 

la llamada, por tanto mar soberbio;

ora hiriera Júpiter el velamen

con acción favorable.

Y no había hecho votos a los dioses

costeros, cuando de la mar llegó

por fin hasta este cristalino lago.

Pero esos tiempos pasaron y ahora

envejece en recóndita quietud,

dedicándose a ti, gemelo Cástor,

y también a ti, de Cástor gemelo.


Gayo Valerio Catulo