miércoles, 12 de junio de 2013

LUNA ÁRABE

 
Muchas lunas han pasado

desde que la luna árabe,

-uña de nácar, velo de Tánger- 

se deshiciera en mi boca.

Te recuerdo lejana; tu saliva

fue mácula de amante

que se secó al desinflarse la noche.

 
Otras lunas conmigo durmieron,

y todas -si bien paganas,

del mismo modo que tú, luna mora-

se inmolaron en el cruce de su mirada

con los ojos azules de la mañana.

 
A partir de entonces,

supe que cuando la tarde

recoge su rubia melena,

la estirpe del nuevo cielo

viene de África

montada en carros tirados

por purasangres

de largas crines de arena. 
 
 
Juan Carlos García Hoyuelos

 

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