Procede
de forma que tu prójimo no se siente humillado con tu sabiduría.
Domínate,
domínate. Jamás te abandones a la ira.
Si
quieres conquistar la paz definitiva,
sonríe
al Destino que te azota y nunca azotes a nadie.
Confórmate
en este mundo con pocos amigos.
No
busques propiciar la simpatía que alguien te inspiro.
Antes
de estrechar la mano de un hombre,
piensa
si ella no ha de golpearte un día.
¡Cuán pobre
el corazón que no sabe amar,
que
no puede embriagarse de amor!
Si
no amas, ¿cómo te explicas la luz enceguecedora del sol
y
la más leve claridad que trae la luna?
Sabes
que no tienes poder sobre tu destino.
Por
qué esa incertidumbre del mañana ha de causarte miedo?
Si
eres sabio, goza del momento presente.
El
porvenir? Qué te puede traer el porvenir?
He
aquí la estación inefable, la estación de la esperanza,
la
estación en que las almas sedientas de otras almas buscan una quietud
perfumada.
Cada
flor, es acaso la blanca mano de Moisés?
Cada
brisa, es acaso el tibio aliento de Jesús?
No
marcha seguro por el Sendero el hombre que no ha recogido el fruto de la
verdad.
Si
pudo cosecharlo del árbol de la Ciencia,
sabe
que los días pasados y los días por venir
en
nada se distinguen del alucinante primer día de la Creación.
En
la feria que atraviesas, no procures encontrar algún amigo.
Tampoco
busques sólido refugio.
Con
ánimo valiente, acepta el dolor sin la esperanza de un remedio inexistente.
Sonríe
ante la desgracia y no le pidas a nadie que te sonría: perderás el tiempo.
Renuncia
a la recompensa que merecías.
Si
feliz. No te lamentes por nada.
No
anheles nada. Lo que te ha de suceder,
escrito
está en el libro que hojea al azar el viento de la Eternidad.
¡Qué
misterio el de esos astros que ruedan en el espacio!
Khayyám:
aférrate con fuerza a la cuerda de la Sabiduría.
¡Cuidado
con el vértigo que,
a
tu alrededor, derriba a tus compañeros!
Un
religioso dijo a una ramera: 'Estás ebria,
atrapada
a cada momento en una nueva trampa'
Ella
respondió: 'Oh, Señor, yo soy lo que tú dices,
y
tú, eres lo que aparentas?'
En
el vértigo de la vida sólo son felices
los
que presumen de sabios y los que no tratan de educarse.
Me
incliné sobre todos los secretos del Cosmos y retorné a la soledad
envidiando
a los ciegos que hallé por el camino.
Quien
me trajo a este mundo sin duda sabe dónde
me arrojará después. Nada ni nadie puede
cambiar su decisión. Bebamos, jovenzuelo.
¿Para qué he de esforzarme en variar lo invariable?
me arrojará después. Nada ni nadie puede
cambiar su decisión. Bebamos, jovenzuelo.
¿Para qué he de esforzarme en variar lo invariable?
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