domingo, 14 de diciembre de 2014

LAS RUBAIYAT - OMAR KHAYYAM: (extracto - 8)

Hay quien medita sobre la religión por gusto.
Hay otros que vacilan entre Certeza y Duda.
incluso surgirá un heraldo de pronto, que les grite :
¡Estúpidos! La senda no es ésta sino aquélla".

Muchos santos y sabios pasáronse la vida
discutiendo del mal y del bien.
Pero el eco burlose de ellos cual de falsos
profetas, y sus bocas se llenaron de polvo.

¿Es posible sondear la Noche? ¿Quién podría
oscurecer su albura? Vano empeño saberlo.
¡Adán y Eva! Su primer beso, ¡qué horrible!
Con él nos engendró, rebosantes de angustia.

¿Al mundo, a qué venimos? ¿Por qué nos vamos?
¿Qué quiere esta existencia que nos ha sido impuesta
Arden las almas y se convierten bajo su peso
en ceniza, pero yo no veo la hoguera.

Unos se vanaglorian de una ciencia vacía.
Otros siguen creyendo en las bellas huríes y el Edén. 
Cuando el Velo se descorra, 
se verá que todos se extraviaron lejos, muy lejos.

A esa bóveda inmensa que llamamos cielo,
bajo el cual vivimos y morimos los hombres,
no intentes levantar tus ojos implorantes.
No dudes que ella gira, como tú y yo, impotente.

Me dieron la existencia sin consultar conmigo.
Luego aumentó la vida día a día mi asombro.
Me iré sin desearlo, y sin saber la causa
de la llegada mía, mi estancia y mi partida.

Cuando el dolor te doble, cuando agotes tu llanto,
recuerda las gotas de lluvia que brillan en las hojas.
Y cuando te irrite el día y quieras noche eterna,
no olvides el despertar de un niño.

Confieso que si he entrado, devoto, en la mezquita
no ha sido únicamente para orar, 
sino porque cogí hace ya algún tiempo de allí un tapiz hermoso.
El tapiz se hizo viejo ... y he vuelto a la mezquita.

En primavera suelo pasear por los prados floridos, meditando. 
Pero en cuanto me ofrecen una copa de vino,
olvido todo enigma. De no hacerlo sería
mucho menos que un perro.

Me digo, ¿qué es mejor, si ir a la taberna
y arrepentirme luego, o inclinarme en el templo?
Bebamos, que no quiero saber si tengo amo
ni que ha de ser de mi cuando me echen del mundo.

En iglesias, mezquitas y sinagogas, sólo
se refugian los débiles que temen al infierno.
Aquel que bebe vino, en su pecho no siembra
la mala semilla del ruego y el espanto.

Llegó la primavera, la estación en que nuestros
impacientes deseos buscan la perfumada soledad.
Cada flor, ¿será la blanca mano
de Moisés, y la brisa, grato aliento del Señor?

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