jueves, 11 de diciembre de 2014

LAS RUBAIYAT - OMAR KHAYYAM: (extracto - 5)

No pretendo pedir perdón de mis culpas,
pues hablar con Alá lo creó irreverente.
Sólo le bastaría cubrirme con el manto
de su clemencia, para hacerme inmaculado.

Debajo del destino que inexorablemente,
eterno e impasible, sin cesar gira y gira,
sabrás que sólo existen dos grupos dichosos:
los que lo saben todo, los que no saben nada.

Igual que una linterna mágica es el destino
en torno del cual vamos todos girando:
la lámpara es el sol, el mundo la pantalla,
nosotros las imágenes que pasan y se esfuman.

Cielo, infierno, esperanzas, temores...
¡Bah! Que traigan de beber. Una cosa es cierta:
que la vida va pasando, y el resto vaciedad es.
La flor marchita nunca florecerá de nuevo.

La pelota lanzada a derecha e izquierda,
de abajo a arriba, nada pregunta al que la arroja.
Quien lanzó a este mundo sabrá por qué lo hizo.
Nadie, nadie lo sabe, sino él únicamente.

Dejemos que los sabios parloteen
Nada de lo que dicen es cierto, excepto que la vida es muy breve. 
Se fue la flor marchita para siempre;
el resto es mentira y locura.

Encontrar quise en vano el Cielo y el Infierno
más allá de la Tierra y aun del Infinito.
Pero una voz me dijo. " ¡Necio! Cielo e Infierno,
hasta el fin de los siglos, viven sólo en ti mismo".

El dedo del destino tan solo una palabra
escribió antes de irse. Nada, ni la inteligencia,
ni el amor, ni la compasión, hará que se retracte.
No hay lágrimas bastantes para poder borrarla.

Entonces llamé al Hado, preguntándole
¿Es posible que el destino nos lleve entre tinieblas?
Y el Hado me respondió: "jamás preguntes nada
y déjate llevar por el más ciego instinto".

Señor, en mi camino tendiste mil celadas.
Después me amenazaste: " ¡Ay de ti si no sabes
escapar estos peligros! " Lo ves, lo sabes todo.
¿Acaso puedes reprochar mi rebeldía?

El hombre es solo un títere que el Destino maneja
a su antojo. El Destino nos empuja
al tablado del mundo, pero cuando siente Hastío
no duda en arrojarnos al cajón de la Nada.

El Destino, que con todo termina, acabar puede
con tu alma y la mía. Vaciemos ya las copas
y vamos a tumbarnos en el césped, pues pronto
sobre nuestras cenizas ha de crecer la hierba.


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