martes, 23 de abril de 2013

FRACIA .- Ley del matrimonio entre personas del mismo sexso

La ley de matrimonio entre personas del mismo sexo ha llevado a Francia a enseñar todas las vergüenzas de aquellos cuyas pasiones están a la altura de su propia incultura. Una Francia que sueña con el progreso pero que aún conserva una parte de las miserias de su propia historia.

 Cuando la ministra de Justicia, Christine Taubira, natural de la Guyana, defendió la ley en la Asamblea Nacional de Francia, no pudo por menos que leer unas estrofas de la bella canción, el poema evocador, Tiempo de cerezas.
Mientras… algunos diputados movían los labios recordando aquella vieja melodía que Jean-Baptiste Clement redactó en honor a una enfermera de la Comuna de París abatida por los policías realistas el último día que estuvo en pie aquel movimiento.

Pero, a la vez que Taubira musitaba aquellas estrofas, los obispos de negro y los gorros frigios, le rouge et le noir, llenaban las calles de París. La llegada del diablo exigía que los sectores más reaccionarios pudieran, debieran, dicen, defender a Francia de la barbarie.

La Unión por un Movimiento Popular, la derecha francesa, convocaba manifestaciones tratando de degradar la propuesta y, entre los unos y los otros, se les acabó yendo de las manos una situación que nunca debieran haber provocado.

Las palizas a homosexuales, las agresiones, las detenciones, han sacado de Francia lo peor de aquel recuerdo de Carlos X o de Luis XVIII. La violencia conservadora, la reacción premeditada, la ignorancia, la incultura, sin embargo, no podrán con la República, con los socialistas, con todos nosotros.

Ni siquiera el político conservador, Phillipe Cochet, tan vociferante como irascible, quien inopinadamente acusaba a los socialistas de “asesinar a los niños de Francia”. Qué horror que la tierra de la libertad vea tomadas sus calles por la basura.

Los diputados, mientras hablaba la ministra, musitaban el poema: “cuando estéis en el tiempo de cerezas, vosotros también penaréis el amor”. El recuerdo de la Comuna, la historia de Francia, repetida.

Cuando las revoluciones se agoten, cuando sean sofocadas, cuando se conviertan en recuerdo y se agolpen entre otras injusticias en el baúl de la desmemoria, volverán más temprano que tarde a revolverse frente a la sinrazón. Siempre hay alguien que sueña con borrar las injusticias y la reacción, aunque dure muy poco su llegada, año tras año, tarde o temprano aparece… el tiempo de las cerezas. 
 

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