domingo, 14 de abril de 2013

NO LO CREO

Un año y medio después

vuelvo a aquellas dársenas

de un mar de alquitrán.

Nada parecía alterado, nada,

será porque por muy distintos

que sean los ojos de la mañana,

son las mismas olas

las que arriban al puerto.

 
Parecía, me equivoqué,

se perdieron los trazos

oníricos del deseo:

una cama desnuda por dos lados,

y su centro diáfano.

Mientras tus sueños

se los apropiaba la almohada,

yo, insomne, perdido

en tu indiferencia, nunca

tuve tanto silencio

oyendo  mis amarradas lágrimas.

 
Quise morirme, lo confieso,

tan veloz como tus, poco antes, esquivas miradas

(en ellas, ¿qué pensabas?),

morir oculto en la conjetura

de las caricias imaginadas,

enlazando tus dedos en los míos

y así no haber habitado en esa noche

de mangas cortas, y que en mí

entumecía cada pensamiento, cada  poro.

¡Tan fría!, que apenas…

(sólo  consigo  hablar

si de mi boca extirpo las palabras).

 
De qué servirá decir que te quiero,

si tú eres quien mejor defines nuestro encuentro.

Dices que me amaste, y no lo creo,

¿alguna vez  sentiste como

yo ahora  me muestro?

No lo creo.
                                                        

Un año y medio después el mar de alquitrán

navega con sus remos de goma,

y aunque convencido estoy de que tu adiós

es definitivo

(muy triste era, el mío un sollozo mudo),

cerraré los ojos

de la mañana para mojar,

en las mismas olas, mis manos.


[Juan Carlos García Hoyuelos]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es importante.