Mientras pensaba en ti, los movimientos
de mi entorno, por ignorados,
fueron a guarecerse a las alas del tiempo.
Al volver, obligado me vi a ello,
descubrí a la luna abrazada
a mi ausencia, arrebatándome la calidez de tus ojos.
Cerré a prisa los párpados, con fuerza,
¡intensamente!,… hasta aplastar
contra las paredes de la memoria
los guiños de la calle.
Intento yermo, sombras en vano, ya no estabas
esperando, regresaste
al agua que corre libre por tus manos.
Si hoy conmigo crees soñar, no habré sido un sueño,
sino el rescate de mi pensamiento
que va a la deriva por tu cuerpo
desde que la tarde perdió sus velas de fuego.
Por favor, acércalo a tus labios, al calor,
a veces intenso, otras liviano, de nuestros secretos.
Luego, con el día insinuándose tras el cerro,
olvidarás por qué dejaste desnuda la cama,
y yo caeré preso, una vez más, en las redes de mis ojos.
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