sábado, 20 de abril de 2013

ÚLTIMO ROMANCE


Llamaba la madrugada

con los nudillos

en la almohada;

nos devolvimos

las manos que tomamos prestadas.

 
Mientras miraba tu trémula mirada,

pensé,  desde donde a partir de aquel

día desmenuzo las marejadas:

he oído el cauce de tu sangre

buscándome en el delta,

néctar en el encuentro,

fértil niebla al retirarse.

 
Y al retirarse, aún estabas.

Con la madrugada, el alba

que, muerta de celos, sospecho,

aplastó con sus puños la arena,

y, no satisfecha, te bautizó

con agua de afluente

para que nunca me encontraras.
 

Si lograra discernir

cuál de los ríos

sabe a tus sedimentos, iría sin detenerme hacia ti.

Que descubran mi olor

a océano, da igual, nada impediría

llegar  a  tu  lado,

un último romance de anádromo que dar a esta agonía

de nuestros besos albos.


[Juan Carlos García Hoyuelos]

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