lunes, 1 de abril de 2013

OBLICUA INERCIA

Si supiese discernir la línea

que separa la inquietud

de tu también gesto intenso,

dudaría.

Soy dueño de tus dudas,

entre ellas duermo.

(zu eta ni, Donostia eta Burgos artean)
                                     

Duerme plácidamente,

cuerpo igual a mi cuerpo,

aunque con distintos miedos;

tus párpados que, con celo,

esconden nuestra primera

luna desnuda, al cielo

han dejado huérfano, inerte,

su blanca referencia está sesgada,

la luna levita invidente.

Observo, con claros signos

de deseo, tu casi consumido descanso.

Llámame en tu memoria, házlo,

estoy vigilando tus labios.

( ¡ házlo !. )

Enfundaría mis manos

en las tuyas, y la oblicua inercia,

que por conocerme no obedece,

te besa sin importarle

el desenlace de tu último sueño.

Al unísono me miras y te miro, al unísono

(sonreímos)

Nuestros buenos días se ungen

de saliva, pasión otrora embozada

puertas afuera de amistad,

y como se tatúa el sello

en un enmarcado destinatario,

en tu piel quedan las huellas

de mis mareas, y dos faros,

cortejo de espuma, olas que,

rompiéndose en carnales acantilados,

unen dos embravecidos océanos.

[Juan Carlos García Hoyuelos]

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