Por los ojales de la tarde
entra la noche.
Las ventanas, atriles
de pensamientos y de miradas,
se ungen de su sangre de ébano,
esconden sus epidermis de vidrio
detrás de los espasmos del vértigo.
La cama me aguarda, intranquila,
los sueños de anoche
ansían entrar en los párpados
que, abiertos por el desamor,
los hizo ilícitos, profanos,
fugitivos de la improvisación,
léxico inhibido.
Quiero reconciliarme
con mi invertebrado yo onírico,
pero no sé la forma de conseguirlo,
olvidé cómo se atraviesa
esa luz de terciopelo.
Y en el olvido, un recuerdo,
el despertar de tus ojos.
No duermo …sigo los pasos
de nuestras hermosas vivencias,
de los aciertos
de algunos de nuestros errores
(benditas reconciliaciones);
de los silencios que tanto daño nos hicieron,
jerigonza del orgullo, ultrajes.
y sin ellos, abro espacios en la noche.
[Juan Carlos García Hoyuelos]
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