sábado, 25 de mayo de 2013

DOS CAFÉS


Ensimismados en la conversación de dos cafés,

nuestros labios dejan de latir.

Uno frente al otro, los sorbos

marcan sus pausas, sendos destinos;

el aroma asciende híbrido, sin que le interese

quién pertenece a quién,

ni cómo ha de hacer para detenerse.

 
No hablemos, no es preciso,

ambos exteriorizamos convulsas llamadas

en el sosegado aliento de dos cafés.

No, no hablemos, escuchémonos

en el tembloroso calor de la fragancia.

 
Es en estos momentos cuando no añoro tus besos,

ni  el olor de tu piel, ni los sedimentos de tu deseo,

si los labios de mi taza saben igual a tu garganta,

y pese a que ya no desarropo tus sueños

descubro como tu boca, a la par que el ligero

movimiento inclinado de la oscuridad, se abre 

para recordarme en tu desnudez.
 

No echemos prisa, atemos a la noche

en este pequeño espacio, es mucho

lo que han de decirse nuestros dos cafés.


[Juan Carlos García Hoyuelos]

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