Reinvento una verdad todos los días,
cuando afirmo que, al cerrar mis párpados,
en mi cintura sus brazos
se zambullen suavemente;
no por baldío falto al propósito
de relatar cuanto por mis carnes ha coexistido.
inherente, relajada, innegable,
cosida a mis labios
cada noche, en cada momento improvisado,
haz por creerme, es cierto,
la utopía come con ansiedad
de mi plato vacío y bebe
a sorbos atragantados de mi sed.
sustituyo su cabello, sus besos,
el iris de su miel apuntalada
al pulso de las estrellas,
y es su nombre el que te repito;
digo bien, no hay equívocos,
a la verdad me ciño,
ahí estaba con otra piel,
robada o prestada,
eso no lo sé.
[Juan Carlos García Hoyuelos]
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