domingo, 5 de mayo de 2013

CERCA, JUNTOS, SIN ESPACIOS


Te beso, ablando tus labios.

De nada sirve, lo sabemos,

que una cortina negra

escurriéndose tras el cristal

nos avise cuando la calle

mira para otro lado.

 
Mi boca retiene el jugo de tu paladar,

en la tuya mi hálito hierve, acaba,

y aunque reniego de sentimientos,

tomo un exiguo respiro

para decirte: ¡te quiero!

Quizá no suene romántico, ni éste sea el momento,

pero después de tanto tiempo,

no pude de entre mis dientes retenerlo.
 

Me miras y nada dices, te miro;

¡qué pobres son las palabras por muy ordenadas!.

Vuelvo a besarte; olvidemos

cuanto no se exclama, devoremos

en nuestras lenguas los terrenos más recónditos;

libre el horizonte rezuma

música de tu escarpada garganta.

 
Cerca, juntos, la habitación arde;

no es extraño que las sombras,

ruborizadas y sin rumbo,

se vistan de  colores carnales.

Fuerte marejada, hay olas

en la melena de percal,

embargo de cutícula, lumbre,

cuerpo con cuerpo,

cual  peonza que se excede

al sentir en la yema la piel del suelo.

 
Así, juntos, sin espacios, acorralados

por leones de estorbo

nuestros instintos corren.

¡Ssss!, calla; una sola palabra, un gemido,

puede despertar el vuelo

escandaloso de las tejas.

 
[Juan Carlos García Hoyuelos]

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