No fue suficiente una noche,
no mientras el deseo insista
en perseguirte tras los acantilados del sol,
no mientras redima
sobre ti su carácter excéntrico,
no mientras nade
a merced de las olas de tu boca.
No lo será, mientras mojes el
rocío
de los siguientes días
con los sudores de aquélla.
No fue bastante, a veces
dudo si estuviste,
o te imaginé entre los tragos
dulces del pensamiento.
En otras, estás tan omnipresente
que todavía el tacto
en mis manos es el de tu cuerpo.
Una noche no fue suficiente,
concédeme una más
para dibujar en mis labios
tu sugerente sonrisa;
quiero aprender de memoria
el ritmo acelerado de tus latidos
mientras se enredan
nuestras respiraciones.
Para insinuarme
a la tercera luna,
necesito dos noches.
[Juan Carlos García Hoyuelos]
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