viernes, 24 de mayo de 2013

DESTRUIDOS LOS SINÓNIMOS


Aunque nuestro primer llanto

llevaba el mismo estribillo,

de formas distintas, muy distintas,

apretamos las lentes

del vértigo con las manos.

Y así seguimos.

 
Luego, la simple prolongación de una rama

de la vida en el viejo olivo

nos obligó a negar lo que nadie deja

de ser, esos niños a los que les crecieron

los pantalones cortos.

 
Que te quiero, bien lo sabes,

tu risa es mi alma

y mis alegrías arraigo

en tus penas

para que te acicales con un nuevo

plumaje por si enerva el frío.

 
Ni el giro del aire, ni la agudeza

táctil de una patria logrará distinguirnos;

hemos destruido los sinónimos

que nos hicieron parecidos,

cualquier vestigio son hojas

que cayeron para su desdicha

en nuestras todavía más iguales sombras.                                                                                                   

… Pero ella no, que en ninguno de los dos repare,

que acuda a la cita tarde, de sobra

sabe quiénes somos en esta diáspora

de emociones, de caricias de malhechores,

de ventrílocuos de silencios, de efugios inmóviles,

y con quién de nosotros deseará casarse primero.


[Juan Carlos García Hoyuelos]

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