para decirte lo que entendí evidente,
y rebasado con creces el segundo, sin perder
de lejos el minuto que retrasó su propio inicio,
éste es el día que mis ojos se vuelven a ver
en los reflejos que desde la cima arrastra la corriente.
Y ahora cómo hago para mirarte, si tal es la tristeza,
mucha la vergüenza, inexistente la siembra,
que con la mirada perdida en el vacío,
más abajo imposible, necesito un día, otro distinto,
para volver a levantar la cabeza.
Digámonos un adiós que ambos
no comprendamos por si acaso algún día
un nervioso segundo, quién sabe,
provoque un salto de vértigo
a un minuto, esta vez elegido por ti.
Quién sabe.
[Juan Carlos García Hoyuelos]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.